Por Alberto Pinzón Sánchez
Todo parece indicarle al gobierno de JM Santos que el actual proceso
de paz de La Habana, pactado para terminar el histórico conflicto social
y armado de Colombia, no era como el propio Santos lo dijo “una simple
negociación de armas por votos”, sino el inicio de su solución política.
La compleja y dialéctica realidad real colombiana (no la que muelen
diariamente las diferentes filiales de su aparato de propaganda y
terror) ha ido pulverizando uno a uno toda la argumentación escolástica
tradicional y el sistema de falacias y de confusión deliberada con que
se ha pretendido “derrotar al narcoterrorismo” de las FARC.
1- La primera realidad que la lucha de clases sacó a flote ha sido la
contradicción económica y política que existía al interior de las dos
fracciones hegemónicas del bloque de poder trasnacionalizado dominante
en Colombia: la oligarquía latifundista, enfrentada a la oligarquía
financiera. Esto bien vale una misa
2- Derivada de esta pugna, salió a flote el problema madre de la
Madre Tierra, entre los agropecuarios o gamonales de Fedegán liderados
por Uribe Vélez y los inversores agromineros liderados por JM Santos. No
es anacrónico el conflicto, como lo quiere hacer ver el presidente
Santos, sino que lo anacrónico (o si se quiere premoderno) es la
tenencia de la tierra. Por el contrario, la lucha de clases siempre
estará vigente y actual
3- Que a diferencia de la celada del Caguán de 1997, tendida por el
binomio Pastrana-Clinton para dar inicio al Plan Colombia/ Iniciativa
Regional Andina (aprobado seis meses antes de iniciar los diálogos) con
el fin de rearmar al ejército colombiano, poner a Sabas Pretel como
gerente de la sociedad civil y abrirle el camino a Uribe Vélez, hoy ya
no es posible debido a una larga y cruel maduración de conciencia
precisamente dentro de la sociedad civil, que hoy no admite una
suplantación tan burda y chapucera como aquella, porque ha asumido su
papel frente a la paz, y, por el contrario, ha obligado a la “mano
negra” de los enemigos ocultos de la paz (a pesar de que algunos siguen
ocultos bajo los uniformes militares) a sacar la cara y parte del
rostro. Todo el mundo (nacional e internacional) sabe actualmente con
claridad quién es Uribe Vélez, quiénes son su parche, o combo, o
gallada, qué argumenta y sobre todo, qué fracción del Partido
Republicano de los EEUU y de los halcones gringos lo apoya
incondicionalmente y lo asesora en su estrategia electoral-militar (como
en el año 2001) para que ponga todos sus huevitos en el fracaso de los
diálogos de paz de La Habana
4- “Si el proceso avanza, es una tramoya previamente acordada entre
el traidor de la seguridad democrática y los narcoterroristas. Si por el
contrario no avanza, es uno de sus tantos engaños para fortalecerse”.
Esta, una de las principales falacias argumentativas del uribismo, ha
sido disuelta por los hechos confortativos entre el gobierno de JM
Santos y las FARC- EP. No hay ningún pacto ”negociado” entre el zorro y
la gallina para darle inicio a la solución política de los problemas
estructurales (como el de la tenencia de la tierra) que están en la base
del conflicto colombiano, sino innumerables propuestas políticas por
parte de la insurgencia, como: la tregua unilateral, la resistencia
popular y lucha pacífica de masas ante el terror estatal, la entrega de
militares cautivos y aceptación unilateral del Derecho Internacional
Humanitario, la asamblea constituyente progresista y democrática, y
otras innumerables iniciativas diplomáticas y pacíficas para resolver la
confrontación, a las cuales el gobierno Santos solo ha respondido con
un tajante no y con un escalamiento de la guerra y los bombardeos
pavorosos de exterminio, ampliamente publicitados por el aparato de
propaganda como acciones heroicas de la hipertrofiadas Fuerzas Armadas
colombianas
5- Finalmente la crisis económica global y la realidad internacional,
por ejemplo: la dolorosa situación de postración de España con el
hundimiento definitivo del franquismo insepulto, los numerosos procesos
progresistas y populares de Latinoamérica y el Caribe, y no soólo la
maduración de una conciencia popular en Colombia, sino el aparecimiento
como protagonista privilegiado de un amplio y unitario movimiento de las
gentes del común, movilizado activamente en calles y carreteras
reclamando paz con justicia social y democracia verdadera, hacen que la
soledad y debilidad del proceso de diálogos del Caguán, tan
habilidosamente utilizado por la “mano negra” uribista para tomarse todo
el aparato del Estado colombiano e imponer su Estado de opinión en el
2002, hoy no sea más que un pequeño aquelarre melancólico y patético de
reconocidos saca-bacinillas y segundones de Uribe Vélez, empeñados en
volver al poder, y frente a quienes el gobierno Santos pide un respeto
que nunca se han ganado, ni se merecen. ¡Algo se ha aprendido! ¿Cierto?
Tomado de: http://www.conapcolombia.org
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