Por: Erika Santana Henker*
La presencia de
una sociedad civil[1] que se
diferencie de una sociedad política es una apuesta necesaria para la
consolidación de la democracia en cualquier país, pues, sin ella, no hay un
Estado legítimo. En Colombia, la sociedad civil está compuesta por un gran
número de organizaciones que oscilan entre el apego a las decisiones estatales
y la búsqueda de su ratificación social hasta la oposición a las mismas en pro
de la lucha por los derechos de toda índole. Estas organizaciones de oposición
buscan la reivindicación de los derechos que les han sido negados a grandes
capas de la población, se asimilan a los
“viejos” y “nuevos” movimientos sociales y encuentran en ellos su asidero.
Para
Mauricio Archila, a la sociedad civil se la puede caracterizar como un espacio
no estatal, también históricamente construido, en el que convergen individuos y grupos que
desarrollan distintos intereses y diversas formas de interacción que van
desde la solidaridad y la cooperación hasta el antagonismo y el conflicto. Por
tanto, no hay que ver a la sociedad civil como un terreno pacificado o moralmente superior al
estatal. El choque de intereses y la pluralidad le son consustanciales (Sorj -
Darcy de Oliveira pp 105)
El Estado colombiano
enfoca sus esfuerzos en adaptarse al contexto internacional y debe responder,
además, a una situación interna de confrontación y deslegitimidad que, sumada a la descomposición social, es
causa y efecto de un conflicto social, político y armado, donde la sociedad
civil irrumpe en medio de las dificultades para generar propuestas, porque el
conflicto y el antagonismo, están marcados por el aniquilamiento del contrario,
con lo cual no existen garantías para la participación, ni hay cabida para sus
planteamientos dentro de las políticas estatales.
Sin embargo, la sociedad
civil colombiana se presenta, como reacción de algunos
sectores y grupos, a los procesos de destrucción social, donde las expresiones
sociales y ciudadanas se manifiestan en
torno a la paz y el conflicto (Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz). Es aquí donde la sociedad civil, también, nos
presenta un interrogante fundamental, el grado de importancia que ella tiene
frente a las decisiones que el Estado, toma de cara a sus nacionales y el curso
que da a las políticas pues, a diario, se toman medidas que afectan a la
población, sin tener en cuenta la idea que tiene la sociedad civil para
afrontar los hechos que la afectan, como la reforma tributaria, los procesos de
megaminería, la salud, la reforma pensional, los diálogos de Paz en la Habana,
entre otros, donde, a pesar de los esfuerzos de la sociedad civil por sentar su voz, el Estado parece tener
oídos sordos a las propuestas que se presentan desde la oposición.
El agro colombiano
ha sido ignorado por décadas y sus organizaciones parecen no recibir del
gobierno nacional sino represión y oídos sordos ante sus reclamos y propuestas.
En la Colombia actual, la sociedad civil agraria está agrupada por
organizaciones como FENSUAGRO, ACVC, ANZORC, entre otras, quienes han lanzado
propuestas como el Desarrollo Agrario Integral, las Zonas de Reserva Campesina,
la necesidad de una Soberanía Alimentaria y unas nuevas políticas públicas para
el Agro, con el apoyo de organizaciones internacionales tan importantes como el
PNUD y el Programa Mundial de Alimentos (WFP). Sin embargo, el Estado Colombiano
se mantiene al margen de las necesidades y las peticiones de los movimientos agrarios,
pues la megaminería y la agroindustria son mucho más rentables y llenan los
bolsillos de unos pocos poderosos que mantienen al país entre la miseria y la
guerra. Estamos convencidos de que la paz en Colombia empieza en el agro. Esto
mismo se escucha desde La Habana, donde se solicitan cambios estructurales para
el campo, para que los niveles de vida de los campesinos mejoren y, con ellos,
los de toda Colombia.
Desde esta perspectiva, se
consolida la idea de que la sociedad civil colombiana, en su tendencia actual, debe
jugar un papel relevante en el proceso de paz en Colombia; por una parte,
presionando el fin de la confrontación militar y el cese de las violencias y,
por otra, aportando a la construcción de una paz estable y duradera dentro de
un proceso de democratización de la sociedad (Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz).
Mientras el Estado
colombiano siga dándole la espalda a los planteamientos que se hacen desde la
sociedad civil, fundamentada en el apoyo de los movimientos sociales, y
continúe con la tendencia histórica de acabar a sangre y fuego con todas las
voces que se alzan para reclamar su espacio en las decisiones fundamentales del
gobierno, éste nunca va a conseguir la legitimidad necesaria para fundamentar
sus políticas frente a una ciudadanía que reclama, con vehemencia, el ser
escuchada y tenida en cuenta, pues es el pueblo, en últimas, el constituyente
primario y el fundamento de cualquier gobierno que pretenda ser democrático.
Bibliografía
Sorj, Bernardo y Darcy de
Oliveira, Miguel(ED). Sociedad Civil y Democracia en América Latina: crisis y
reinvención de la política. Ediciones Centro Edelstein Rio de Janeiro,
Ediciones iFHC Sao Paulo. 2007
Asamblea Permanente de la
Sociedad Civil por la Paz: Eje I Fortalecimiento de la Sociedad Civil y proceso
de Paz. Tomado de: http://asamblea.atarraya.org/3_Plenaria/3_Eje_I_C_sociedad_civil.html
Restrepo, Luis Alberto.
Relaciones entre la Sociedad Civil y Estado. Tomado de: http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/lablaa/revistas/analisispolitico/ap9.pdf
Sociedad
civil, instituciones públicas y gestor internacional. Tomado de:
http://www.institut-gouvernance.org/fr/synthese/fiche-synthese-11.html
* Investigadora Linea Agraria CEIS
[1] Entiéndase ciudadanos
que deben estar organizados con el propósito concreto de tomar decisiones,
reclamar sus derechos, hacer veeduría a instituciones estatales
Buen articulo, solo con la participación comprometida de los sectores populares se lograra un equilibrio de fuerzas que posibilite cambios estructurales a los que el gobierno ha cerrado la puerta,
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