Por: Santiago García
En alguna época se dijo que para saber de política en Colombia, había
que saber de café. Es que Colombia fue una república del café, que se
desarrolló, creció, se expandió y hoy sufre en torno al café. Grandes
líderes como Pedro Uribe, Fernando Londoño Londoño, Manuel Mejía, Arturo
Jaramillo, se hicieron gracias al café. No es fácil para quienes
nacimos en la región cafetera, y conocemos de primera mano las angustias
de los productores del grano, símbolo de Colombia, escuchar por estos
días coyunturales a tantos ciudadanos, miembros del Gobierno y de la
Federación de Cafeteros calumniar a los productores, tildándolos de
facinerosos, egoístas o mendigos.
Entender la crisis que viven los cafeteros no es tan sencillo como lo
quiere hacer ver el gobierno. Este no es un problema político azuzado
por Álvaro Uribe o por Jorge Enrique Robledo, ni es tampoco un gremio
que dejó de ser rentable y quiere ser sostenido por el Gobierno, el
problema es estructural y abarca un largo periodo histórico, que no
pretendo contar, ni siquiera resumir, pero si al menos enterar al lector
en medio de esta ola de desinformación alentada desde la Federación de
Cafeteros y la Casa de Nariño.
Los cafeteros reclaman ayuda del gobierno, porque éste tiene una
deuda histórica con ellos, en las décadas de los 70 y 80 cuando el grano
alcanzó los US$ 3 por libra, la Federación de Cafeteros y los Comités
de Cafeteros -quienes manejan el monopolio de la comercialización del
grano colombiano- acordaron que pagarían al productor una cifra cercana
al 35% del precio real, y que el 65% restante se destinaría a un Fondo
de ahorro, que en época de vacas flacas sustentaría el precio, y
serviría para el desarrollo social cafetero. Este Fondo sería público,
para que los recursos pudieran ser cuidados y vigilados con celo, y para
su administración el Gobierno, mediante la suscripción del “Contrato
Cafetero” encargó a la institución privada: Federación Nacional de
Cafeteros. En teoría era un modelo ejemplar para el mundo. El problema
empezó cuando ese Fondo empezó a utilizarse para mitigar crisis
financieras en los 80, crisis nacionales como la reconstrucción de
Armero… el Gobierno Nacional, dispuso del dinero ahorrado de los
cafeteros como si fuera suyo, y hoy cuando reclaman sus dineros, los
tilda de egoístas. Que diría el grupo Santodomingo si el gobierno de
cada 100 canastas de cerveza le quitara 65, para cubrir sus gastos? No
reclamarían luego estos empresarios lo que es suyo?
Para agudizar el problema anterior, los gerentes de la
Federación, otrora hombres de la zona cafetera, que hablaban con fuerza
al gobierno en defensa de los productores, sucumbieron ante la sed del
poder, y así Jorge Cárdenas Gutiérrez convirtió la Federación de
Cafeteros en un grupo, que poco sabía de café, pero que mucho sabía de
burocracia, porque allí se pagaban jugosos salarios, se tenían
“embajadores cafeteros” con mejores sueldos y prebendas que los
diplomáticos oficiales, pero que poco o nada sabían del grano, fue así
como Juan Manuel Santos, sin pisar una finca cafetera llegó a Londres a
representar el grano. Por esta época también vivió en Londres, con cargo
a los cafeteros, Juan Camilo Restrepo, para luego ser gerente comercial
en la época Cárdenas (1986-1990) Para completar la Federación se
convirtió en un portafolio de inversiones que no parecía propio de un
gremio de agricultores: una aerolínea, una flota mercante, un banco,
corporaciones financieras en todo el país, todas con un común
denominador: empresas que se fueron a la quiebra, pero eso sí el pasivo
pensional de estas entidades, sigue cargado al Fondo Nacional del Café,
es decir, a los ahorros de los productores. Será que un campesino en
Palestina (Caldas) en Fredonia, en Heliconia, en Aranzazu, quería que su
dinero, el que ahorró para las ‘vacas flacas’ se enterrara en una nueva
flota de aviones para ACES o en el pago de pensiones de los marinos de
la Flota Mercante?.
La crisis cafetera, como la del agro en general se agudizó con la
apertura económica, y allí aparecen los primeros paros cafeteros,
liderados por Fabio Trujillo Agudelo, y Jorge Enrique Robledo, de
corrientes políticas totalmente opuestas, pero que unidos con los
productores, lograron que muchos cafeteros no vieran sus propiedades
rematadas por los bancos. A pesar de la crisis, la Federación de consuno
con el Gobierno, mantuvo un gravamen, bajo la modalidad de aporte
parafiscal, a cada libra de café vendida, como remuneración al monopolio
impuesto para la comercialización de la Federación y para el Fondo
Nacional del Café. Curioso que en un país que hablaba de abrirse al
libre mercado, se siguió manteniendo un intermediario monopolístico,
administrado por burócratas, que sin duda ha restado toda la
competitividad al grano colombiano. El 80% de estos recursos del Fondo
fue gastado, de 1991 a 2001, entre Gobierno y Federación, en actividades
distintas a las de sustentar el precio y ayudar a los caficultores,
como mandaba la Ley 9a de 1991, como bien lo señaló la CEPAL, y se hace
palmario en el grave estado de los cafeteros.
Finalizaba el Gobierno Pastrana, y allí cayó el gran poder de Jorge
Cárdenas en la Federación. Parecían tiempos de cambio, el Ministro Juan
Manuel Santos, convocaba a una comisión para revisar la
institucionalidad cafetera -antidoto que hoy quiere repetir-, se
trazaron las políticas públicas cafeteras que hasta hoy se han venido
aplicando, y el diagnóstico fue peor que la enfermedad, como resultado
de aplicar estas recomendaciones, que sólo sirvieron para fortalecer el
anacrónico monopolio de la Federación, Colombia hoy continúa en caída
libre en producción, mientras otros países productores como Vietnam y
Brasil han visto crecer su producción. Esta comisión fue encabezada por
Gabriel Silva, quien Santos posteriormente se encargaría de recomendar
para la Gerencia General de la Federación, a donde este personaje llegó
con preocupaciones políticas, alejadas de la de los productores, como el
tiempo hoy se encarga de demostrarlo. En la administración Silva, la
marca Juan Valdéz, que pertenecía al Fondo Nacional del Café, y que
durante décadas fue posicionada gracias a los dineros aportados por los
cafeteros -de naturaleza pública- se convirtió en privada, yhoy cuando
Ud. consume un tinto en estas tiendas, más allá de la publicidad, mire
la factura que le entregan y verá que los dineros no van a las 500,000
familias que publicitan, sino a una sociedad llamada Procafecol. Para
completara los cafeteros les vendieron acciones de lo que fue su marca,
tanto así como si el Gerente de Bavaria, alegando que son suyas, llamara
a Alejandro Santodomingo a ofrecerle las acciones que le pertenecen.
Para no alargar la historia, Genaro Muñoz recibió un gremio quebrado.
Y acabó de agudizar la crisis pues en lo que lleva de Gerente no ha
logrado atinarle a una sola proyección de producción del grano, siempre
la estima muy por encima de lo que realmente se produce, y no hay que
ser un genio en economía para saber que pasa en el mercado internacional
cuando quien tiene el monopolio de la comercialización de un producto
dice que pondrá grandes cantidades en el mercado. A esto hay que sumarle
quelas tales renovaciones que siempre señalan Gobierno y Federación
parecen sólo existir en el papel. En zonas como Palestina Caldas, otrora
100% cafeteras cada vez es mayor la sustitución de cultivos, por una
sencilla razón, a mayor cantidad de café mayores son las pérdidas, a
mayor café producido mayor es la contribución que del precio sustraen al
productor, así quien quiere seguir en el negocio?. Para acabar de
apuntillar la productividad, la Federación de manera desleal permite la
importación de Café extranjero, ahí si opera el libre mercado, pero para
mantener su monopolio siguen anquilosados en los años 50.
Para completar tres hechos de la Administración Santos que agudizan
el malestar cafetero: (1) en dos ocasiones el Gobierno, ha intentado -y
no es un chiste de mal gusto- aumentar la contribución cafetera, reforma
que han logrado frenar los productores del café, con representantes y
senadores de diferentes vertientes política. (2) en uno de los peores
momentos de la crisis cafetera, el Presidente Santos NEGÓ que esta
existiera, en el contexto del Congreso Cafetero y (3) las limosnas que
el gobierno envía como ayuda, que lejos están de saldar la deuda con
este gremio,al que hoy amenaza con tanquetas y con discursos
altisonantes del Ministro de Defensa...
Las zonas cafeteras han sido históricamente regiones de paz. La
prosperidad, la distribución equitativa de la tierra y de los ingresos
que generaba el café, mantuvieron la mayoría de las regiones
colombianas, productoras del grano, al margen del flagelo del terrorismo
y los cultivos ilícitos. El olvido del gobierno ha llevado a que cada
vez más se vendan tierras a personas de dudosos oficios, a que el
desempleo lleve a la inseguridad, el problema social inmerso en el café
parecen no entenderlo ni el Gobierno, ni la “institucionalidad” del
gremio, que ante los reclamos de los productores de Café, emulan a los
reyes de Francia en su Palacio de Versalles alejados de las realidades
del pueblo
Tomado de: http://libretadeapuntes.com
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