Si del fin del conflicto armado se trata para avanzar en la edificación
de la paz, es progresista pensar en ZRC como Entidades Territorios
Rurales de Paz
Aunque con toda seguridad, al salir a la luz pública el presente
escrito, la ultraderecha uribista desatará toda su incontinencia
insultante en las redes sociales contra el que escribe -así lo viene
haciendo al referirse a mis escritos de un tiempo para acá-, me arriesgo
a hacer una reflexión sobre la polémica que se ha desatado con respecto
a las llamadas Zonas de Reserva Campesina (ZRC), creadas mediante la
Ley 160 de 1994, y que se han constituido, por razones predecibles, en
el centro del debate en las conversaciones que se desarrollan en La
Habana (Cuba), debate que ha ingresado en las fronteras patrias,
precisamente por los antiguos territorios de fuerte presencia
guerrillera, clara señal que será, sumada a la resurrección jurídica de
la UP, sin duda, elemento esencial para el logro del fin de la guerra
con la guerrilla de las Farc.
Con respecto a las ZRC, hasta donde trasciende, la almendra de las
diferencias entre las Farc y el Gobierno Nacional -según escrito del
ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, publicado en este diario
(EL TIEMPO, 23-03-13, ’Republiquetas, no; zonas de reserva campesina,
sí’)- radica en que la mirada gubernamental concibe las ZRC como
territorios para el desarrollo rural de especial atención con respecto a
beneficios de créditos y tutela estatal, y por lo que trasciende entre
líneas del debate, las Farc las consideran unos territorios con
autonomía, vale decir, gobernados por las propias comunidades.
En buen romance, para el Gobierno, según la ley, las ZRC son unidades
de planeación para el desarrollo rural, y para las Farc -por lo menos
pareciera ser que es lo que quieren- son entidades territoriales que
sin duda ponen en evidencia la intención de solicitar la convocatoria a
una asamblea constituyente que le dé vida a la nueva entidad territorial
rural.
Debo confesar que la discusión, irremediablemente, me devolvió al
debate de 1991 en la Asamblea Nacional Constituyente con la fallida
propuesta de los Distritos Especiales de Paz, entidades territoriales
transitorias que permitieran la posibilidad del ejercicio del gobierno
con las formas y las maneras propias de la democracia, en los
territorios afectados por la violencia del conflicto interno.
La respuesta del establecimiento, en boca del general Bonnet (enlace
de las Fuerzas Armadas con la ANC), fue la misma que hoy se expresa en
las palabras del ministro de Agricultura: "No se aceptan republiquetas
independientes", aludiendo a un término acuñado por la corriente
conservadora laureanista al referirse a los territorios con fuerte
presencia de la guerrilla de las Farc y que, entre otras cosas, sirvió
de pretexto político y militar para el bombardeo, en la década de los
sesenta. La intención de exterminar la guerrilla de las Farc y erradicar
la violencia del campo colombiano a punta de bala, a la "visconversa",
produjo la diáspora por el territorio nacional, y la violencia se
exacerbó.
Bueno, pero ha corrido mucha agua debajo de los puentes, incluidas
las lecciones y aprendizajes de procesos de paz exitosos a finales de la
década de los ochenta y, por supuesto, señales claras de la posibilidad
de llegar a los espacios de ejercicio de gobierno mediante el mecanismo
del voto popular, esencia de toda democracia. Sin embargo, no dejan de
preocupar las muestras de intolerancia derechista y guerrerista que
quiere reversar lo avanzado, incluida la posibilidad de una paz en lo
rural que, como toda premisa del fin del conflicto, está mediada por un
acuerdo de desarme y de ejercicio de la política en democracia.
Entonces, si del fin del conflicto armado se trata para avanzar en la
edificación de la paz, es progresista pensar en ZRC como Entidades
Territorios Rurales de Paz. Debate abierto.
@ticoponeda
Tomado de: Agencia de Prensa Rural
No hay comentarios:
Publicar un comentario