domingo, 31 de marzo de 2013

Amapola, Campesinos y Glifosato

Interesante artículo del profesor Carlos Mario Perea, (Link) quien da cuenta de otra cara de la moneda del tráfico de drogas en Colombia y nos adentra en el mundo del campo y de quienes se ven atraidos u obligados a incursionar en la siembra de cultivos ilicitos; abierto como siempre, a la discusión y el debate de quienes trabajamos el tema agrario

El ayer y el hoy de la Violencia en Colombia

Interesante artículo de Alvaro Camacho Guizado (Link)  donde nos habla de la violencia Colombiana que se manifiesta tan persistentemente, que abarca varias órbitas de la vida social y al parecer se resiste tanto a su estudio desapasionado como a las terapias propuestas y puede tentar a más de un observador de la realidad social colombiana a ver líneas de continuidad entre la Violencia de la década de los cincuentas y la de los años actuales, como siempre, abierto a la discusión y el debate


Tomado de: Banrepcultural.com

La Violencia y el problema Agrario en Colombia

Este trabajo (Link) de Alejandro Reyes Posada, presenta una visión de conjunto de lo que podría llamarse la geografía de los conflictos agrarios del país, examina las modalidades de violencia que acompañan a los procesos regionales de configuración de las estructuras agrarias y, finalmente, analiza las posibilidades y los limites de la intervención estatal en los conflictos mediante políticas de reforma agraria. Es un estudio interesante, abierto siempre a la discusión y el análisis de quienes trabajamos el tema agrario

Tomado de: Banrepcultural.com

jueves, 21 de marzo de 2013

La templanza de un pueblo por tierra, agua y libertad

Por: Cristy Lozano
No es equivocado afirmar que Sumapaz es un apropiado sinónimo de contradicción, pues en el páramo más grande del planeta han desarrollado sus habitantes (los herederos históricos de aquellos primeros pobladores indígenas, los que se han visto forzados ha llegar hasta allí por obra de la violencia y aquellos que han llegado atraídos por la esperanza de las bondades de estas tierras) una de las más tenaces resistencias en contra de la voracidad del gran capital. De este proceso han quedado cientos de historias dolorosas; pero también valiosas lecciones de solidaridad, sacrificio, lucha y entrega por un futuro mejor para los habitantes del páramo y por ende para todo nuestro pueblo.
La región de Sumapaz ubicada en el departamento de Cundinamarca esta conformada por ocho municipios y su parque natural que tiene una extensión de 154 mil hectáreas, de las cuales 88.891 hacen parte de la localidad 20 de Bogotá, cuenta con tres corregimientos: San Juan, Nazareth y Betania, con un total de 28 veredas.
Entre 1536 a 1794- con la fundación de Pandi, Tibacuy, Granada y Fusagasugà esta zona se integró bajo el nombre de Hacienda Sumapaz. La región estaba constituida por varias haciendas Sumapaz alto, El Chocho, Doa y el Hato. Transcurrieron pocos años de tranquilidad y estabilidad para los campesinos, ya que de 1850-1860, aquellos que permanecían en esas tierras, se vieron obligados a trabajar como siervos o arrendatarios, debido a la presión del latifundismo,
Esta presión produjo grandes conflictos entre colonos y supuestos propietarios, dando inicio a una época de explotación por parte de los hacendados hacia los arrendatarios, quienes tenían que trabajar en las haciendas con bajos salarios y siendo violados sus derechos, haciendo deplorables las condiciones de vida. Estos hechos llevaron a que los campesinos crearan un sistema de resistencia a mediados de 1918.
En este momento surgen las luchas agrarias en varias regiones del país (Marquetalia, El Pato, Rió chiquito, Guayabero y Sumapaz). En este ultimo, los principales orientadores, quienes luchaban por el bienestar del pueblo en el aspecto social y agrario, fueron Erasmo Valencia y Juan de la Cruz Varela, organizadores de las colonias en Guatimbol, respondiendo de esta manera a la intención de dominio de Antonio Vargas, un terrateniente y organizador, de los “pájaros”, grupo armado de carácter paramilitar, y de tinte político conservador, cuyo centro de operaciones se ubicaba entre Pandi y Venecia (Cundinamarca).
Bajo el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez se clausuró el Congreso, se ilegalizó el Partido Comunista y se organizó la nefasta policía chulavita que desataría la persecución contra el Partido Liberal y posteriormente contra los reductos comunistas.
El lugar de concentración de los chulavitas en el Sumapaz fue la Concepción a este sitio fueron llevados varios líderes campesinos, entre estos el líder y organizador de la resistencia Jorge Eliécer Táutiva contra el latifundista Pardo Rocha. Gerardo González narra el suceso en su libro “En busca del horizonte”:
Estando en la organización de la resistencia, el joven Eliécer Táutiva, hermano de Carlos Julio, estimulado en la lucha por su padre Carlos Julio Táutiva, convencido luchador contra los Pardo Roche, es detenido por chusmero y llevado a La Concepción ante el corregidor Camacho; es terriblemente torturado, le quitan la piel de las manos y las yemas de los dedos por el delito de tocar tiple; también le quitan la piel de la planta de los pies, lo llevan para Cabrera, en el río Sumapaz, en el sitio de Peñas Blancas, lo siguen torturando, lo castran, le rompen las piernas, le amarran una piedra al cuello y lo lanzan a las turbulentas aguas del río…
Este asesinato, como muchos otros que sucedieron, sirvió de detonante para la organización militar campesina, sumergiendo a esta población del país en una de las etapas más duras de resistencia civil. Ante esta persecución y exterminio la población se vio obligada a decidir si debía continuar resistiendo o si se desplazaba con sus familias hacia las montañas del Meta y Huila, perdiendo todo en su éxodo. La gente que permaneció enfrentó una de las más fuertes arremetidas del gobierno y sus chulavitas. Esta situación llevó a muchos de los combatientes campesinos a desertarse y colaborar en las filas del enemigo. Otros murieron y finalmente, ante las duras condiciones del conflicto, la gente que quedó a mando de Juan de La Cruz Varela se fue rumbo a las montañas a organizar una resistencia campesina, con un apoyo de masas fuerte e incorporación a sus filas de jóvenes y adultos.
En los años 1952-1953, bajo el régimen de Laureano Gómez se ordena un bloqueo económico a la región del Sumapaz para evitar el abastecimiento a la guerrilla. Ante esta situación, Juan de La Cruz Varela responde organizando sus hombres y estableciendo frentes guerrilleros de resistencia y ataque. Es entonces cuando entran en contacto directo con las guerrillas organizadas en el Tolima, específicamente con el teniente Solito, tomándose definitivamente La Concepción el 3 de mayo de 1953 desterrando así a los chulavitas.
Por la incapacidad de detener la avanzada guerrillera llegó al poder Gustavo Rojas Pinillas el 12 de junio de 1953, quien ordenó el desarme de las guerrillas de la zona bajo la política de “Seguridad Nacional”. Este periodo se caracterizó por diálogos de paz con los reductos liberales, pájaros y chulavitas, dando lugar a un aparente periodo de calma durante 12 años. Periodo en donde murieron asesinados varios jefes liberales como Guadalupe Salcedo y Sangre Negra, mientras que y la consigna continuaba siendo matar a los comunistas y acabar con sus autodefensas campesinas.
Este propósito era compartido tanto por el pueblo que tenia simpatía y compartía ideales liberales, como por conservadores y por la Iglesia, que veían afectados sus intereses económicos por la ideología comunista. El cura párroco Manuel Leal, del municipio de Cabrera, levantó comisiones anticomunistas que se encargaban de informar en Bogotá sobre las gentes organizadas. El general decretó zonas de operaciones militares desde Pandi hasta Cabrera. Las pocas personas que decidieron quedarse en la región tenían que portar un salvoconducto que se expedía por el gobierno nacional. La persona que no lo portara era arrestado y llevado donde el párroco, quien decidía si debía ser llevada al campo de concentración ubicado en Cunday donde se practicaban las torturas más crueles.
Todos estos hechos llevaron a que las guerrillas del oriente del Tolima y del Sumapaz se reunieran para dar una ofensiva en donde murieron muchos militares. Ante la decidida resistencia de las fuerzas de la región, el general Rojas abandonó, en 1957, “La pista de aterrizaje”, un sector ubicado en la parte plana del Sumapaz, que funcionaba como pista de aterrizaje y centro de dirección de operaciones.
El recién constituido municipio de Cabrera estaba pasando por un período de tranquilidad. Aunque era habitado por comunistas, liberales y conservadores, se vivía bajo parámetros de tolerancia política. En este ambiente, llegó Juan de la Cruz Varela a la presidencia del consejo de Cabrera.
Quienes lucharon en esta época al lado de Erasmo Valencia y Juan de la Cruz Varela fueron: Leopoldo García en Fusagasuga; Paulino Beltrán, Gregorio Mora y César González, con sus hermanos en Pasca; Pedro Pablo Bello y José Alfredo Rojas en Icononzo; Evelio Bobadilla, Pedro José Acosta, Jesús Castro, Dionisio Varela Aldana y Filiberto Romero en Cabrera. Fermín Suárez se encontraba en Venecia, entre tanto en el Alto Sumapaz estaban Diociteo Molina, José Mesa, Alfredo Adames, Reinaldo Pardo, Marcelino Hernández, José Cubillos, José Macana, Reinaldo Riveros, Salvador Castellanos, Ángel Maria Táutiva, Carlos Julio Táutiva, Gualberto Clavijo y los hermanos Guchuvo entre otros.
Durante el año de 1957 con la llegada de la junta militar integrada por los generales del ejército Gabriel Paris, Rafael Navas Pardo y Luís Enrique Ordóñez se inicia los diálogos con los guerrilleros del Sumapaz y el oriente del Tolima. Del grupo armado fue delegado el campesino Julio Alfonso Poveda para organizar una reunión con el ministro de gobierno a la que asistieron varios campesinos y el líder agrario Juan de la Cruz Varela. Después de varias horas de diálogos se llegó al acuerdo de la amnistía y el desbloqueo económico a las regiones. Por parte del los guerrilleros se comprometieron al cese de hostilidades y de regresar a sus parcelas. Cabe destacar que las partes cumplieron con lo acordado, el gobierno de la junta militar retiro sus tropas del Alto Sumapaz y respeto la vida de los amnistiados. Los campesinos enterraron las armas y volvieron a sus parcelas.
Después de esta oleada de violencia y con el fin de la dictadura, los campesinos del Sumapaz intentaron de nuevo regresar a sus parcelas donde sólo se veía el rastro de la guerra, los pobladores ahora se enfrentaban a otra clase de violencia por parte de los liberales patrocinados por jefecillos políticos, preocupados por los conflictos de la región. Juan de La Cruz Varela reunió a varios liberales que estaban en desacuerdo con las fechorías e iniciaron una tregua.
Con la conformación del Frente Nacional quienes la gente que se habían organizado en guerrillas, sin dejar las armas regresaron a sus tierras. Otros se dedicaron a colonizar varias regiones como El Pato, Caquetá, Guaviare. En los municipios de Pandi, Villarrica, Pasca, Cabrera, Icononzo y el Alto Sumapaz también se arrancó con esta “colonización armada”. Con la entrada del gobierno de Alberto Lleras Camargo se crea el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), una institución encargada de prestar ayuda a los ex guerrilleros y a las regiones desoladas por la violencia. Si bien se vieron obras de infraestructura en los municipios y veredas, esta institución se encargaba de atraer hacia sus filas ex combatientes que se volvieron contrarios a las organizaciones populares. Incluso algunos de ellos se, encargaron del posterior señalamiento y persecución de sus miembros.
Es decir, con la entrada del Frente Nacional la arremetida anticomunista no cesó, solamente tuvo un cambio semántico: ahora se perseguía y se asesinaba dirigentes campesinos. Todo esto bajo la sombra y amparo del estado. Debido a ello se organizo el Comité Pro-Paz del Sumapaz y del oriente del Tolima precedido por Jorge Enrique Castellanos, así como la organización de sindicatos agrarios en los municipios de Cabrera, Nazareth, Venecia y Fusagasuga con sede en San Juan de Sumapaz.
Con la denominación de las regiones de Marquetalia, Rió chiquito Pato, Guayabero, Sumapaz y Viotá, como “Repúblicas Independientes” por Álvaro Gómez Hurtado -motivado por su interés personal en las zonas ocupadas por los colonos de Cabrera y Villarrica- pretendió justificar el aniquilamiento del movimiento agrario y popular. De esta manera, se hace una tergiversación de lo que sucedía allí donde los conflictos se resolvían pensando en el bienestar de las partes implicadas. Justificándose en las afirmaciones de Gómez, Guillermo León Valencia, presidente en ese entonces, inició su arremetida contra la región de Marquetalia, y, posteriormente, contra las otras regiones, encontrándose con una fuerte organización campesina.
Abanderados bajo el Movimiento Revolucionario Liberal encabezado por Alfonso López Michelsen y por orientación del Partido Comunista, varios líderes del movimiento agrario de Sumapaz y oriente del Tolima participan en elecciones públicas. Esta participación es de gran importancia para dimensionar el estado de las luchas campesinas y sus plataformas políticas. Con la reforma agraria de 1961, establecía la venta de tierras de los latifundios al Incora para ser parceladas y vendidas a plazos a los campesinos sin tierra. Sin embargo, esta reforma se convirtió en un negocio para el latifundio. La reforma establecía muchas taras jurídicas que hacían que el campesinado estuviera lejos de obtener sus tierras. Para evitar los trámites jurídicos y burocráticos que favorecían únicamente al latifundista se creó la Federación Nacional de Agricultores de Colombia (Fedenagric), que fue un esfuerzo de la Federación Sindical de Trabajadores de Colombia, la cual buscaba sindicalizar a los trabajadores del campo.
En 1963 se crea el sindicato nacional del Incora: Sintradin. Entre cuyos objetivos se encontraban la defensa de los trabajadores oficiales, la estabilidad económica, el mejoramiento monetario y el derecho a la contratación. Dentro de estos parámetros se crea el sindicato, motivo por el que las directivas del Incora tomaron represalias en contra de los trabajadores, haciendo despidos masivos y traslados a regiones apartadas. Ante esta situación, las directivas del sindicato piden apoyo de los campesinos, creando un esquema de lucha mancomunada.
Con la consigna “los de abajo también se convertirán en propietarios”, los campesinos aprovecharon para exigir al gobierno que adquiriera y distribuyera tierras, en el Sumapaz para aparentar que se estaba cumpliendo con tales exigencias cumpliendo distribuyeron y entregaron títulos de tierras que pertenecían a los campesinos hacia más de cincuenta años. En 1970, el presidente Alberto Lleras Camargo dicta el decreto 775 mediante el cual se crea una organización con una estructura nacional partiendo desde las veredas, el corregimiento y los municipios. El mismo año se crea la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) la cual nace en distintos municipios y departamentos en los cuales de desarrollan diferentes campañas municipales de organización en los que los campesinos se integran, con gran entusiasmo, frente a la promesa de adquirir tierras y créditos de esta forma y con grandes garantías crece y se fortalece independientemente del estado.
Teniendo en cuenta que los campesinos estaban cansados de tantas farsas y obstaculizaciones por parte del gobierno para la reforma agraria deciden con el ministerio de agricultura y el Incora hacer presión con numerosas marchas por todo el país, pero dentro de la organización se están dando inconformismos y diferencias ideológicas que mas adelante divide la organización en Anuc línea Sincelejo y Anuc línea Armenia como era de esperarse se debilita el movimiento campesino y se agudiza la represión a sectores revolucionarios y progresistas.
Fue entonces cuando se creó la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC), la cual crea una federación agraria en su seno, y se emprende la campaña de reorganización del sindicato de agricultores tratando de crear así varios sindicatos como lo fue la federación agraria Fenagric, que no tuvo personería jurídica, y tuvo un periodo de vida efímera.
La comisión preparatoria del congreso presento al comité ejecutivo de la CSTC unos principios que debían servir a la nueva organización. Se llamó al campesinado y a los sindicatos reunidos de todo el país para que se vincularan al nuevo ente sindical, esto con el fin de buscar la unidad de acción para enfrentar a los latifundistas y al gran capital, el gobierno aprobó los estatutos y se dio vida a la nueva Federación Sindical Agropecuaria (Fensa), que al transcurrir del tiempo se fue consolidando, ampliando así su cobertura.
Durante el gobierno de Julio Cesar Turbay Ayala, en el marco de la llamada política de seguridad que buscaba” combatir a la subversión”, desata una época de persecuciones, desapariciones, torturas y asesinatos a los lideres sindicales o aquellos que no compartieran la política oficial.

De ayer a hoy

Las juntas de colonos en las haciendas, conformadas durante la década de los treinta, fueron las que dieron comienzo a la formación del movimiento agrario, que aglutinó al campesinado y de forma valerosa logró demostrar que el latifundio carecía de títulos legalmente otorgados, obteniendo así la propiedad de las parcelas. Se pasa en el año de 1960 a la creación del Sindicato de Trabajadores Agrarios, que en el Sumapaz (Localidad 20) se inicia como Sindicato de Trabajadores agrarios de Nazareth, que desde entonces no ha dejado de reunir a la junta directiva y su asamblea de afiliados .
Este sindicato crea subdirectivas y mantiene a la población organizada con la posibilidad de reunirla y de resolver los conflictos internos. Paulatina y simultáneamente se organiza la Acción Comunal en 1961, con juntas centrales en San Juan y Nazareth, que actualmente se encuentran en todas las veredas asociadas a Asojuntas Local.
Actualmente no es una contradicción ver un territorio del Distrito Capital, que posee invaluables recursos naturales para la ciudad, que es patrimonio de la humanidad y que le ofrece alimento a la población urbana, como uno de los terruños campesinos más olvidados de nuestro país.

El conflicto en la actualidad

En cuanto a los problemas de seguridad ciudadana y de orden público, la localidad del Sumapaz se ha constituido como una parte del corredor de seguridad más tradicional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el cual se inicia desde el Sumapaz atraviesa los parques de La Macarena, Los Picachos, Tinigua y termina en el Putumayo, en el parque de La Playa. Por esta razón, esta área geográfica alberga buena parte de los campamentos de los frentes 51, 52, 55, 26 y 17, además de una serie de rutas que comunican directamente a la antigua zona de distensión con la periferia de Bogotá.
La localidad rural de Sumapaz se encuentra bajo la jurisdicción de la Décimo Tercera Brigada del Ejército, y el Comando Operativo del Sumapaz COASU, cuya área de operaciones esta comprendida por doce municipios del departamento de Cundinamarca.
En los últimos años, el Ejército Nacional ha llevado a cabo un proceso de establecimiento de operaciones militares en la zona, que tiene su punto más fuerte en la construcción del primer batallón de Alta Montaña en el país, ubicado en el sitio Los Pueblos, vereda Las Águilas, en el municipio de Cabrera (Cundinamarca). Este batallón inició operaciones el 22 de marzo de 2001 con el fin de mantener el control sobre la región del Sumapaz, punto estratégico para dirigir operaciones contra los grupos guerrilleros del sur del país.
La presencia del Ejército ha generado tenciones y enfrentamientos con sectores de la población ya que estos integrantes de la fuerza pública contaminan el agua, talan los frailejones y vegetación en general para hacer sus campamentos transitorios y abandonan elementos no degradables. Existen denuncias por abusos en la pérdida de ganado, maltrato verbal hacia la comunidad, montajes y acusaciones a la población civil de ser guerrilleros, uso de medios de transporte civil para transportar militares, daños en las cercas, entre otros. En la actualidad no existe presencia de fuerza policial y hay preocupación y desacuerdo en sectores de la población sobre la instalación de una estación de policía de carabineros en la localidad.
Cabe anotar que durante los últimos gobiernos ha imperado la devaluación, la carestía, la persecución, la intimidación y la entrega de la soberanía, biodiversidad, flora, fauna, agua y la tierra con el llamado plan de megaproyectos que tiene como fin comercializar el territorio a las multinacionales para que sea explotada por su cantidad de riqueza y recursos naturales no renovables.

Bibliografía

“Poblamiento y cambio del paisaje en Sumapaz”. Bogotá, 1998.
Gerardo Gonzáles. “En busca del horizonte”. Bogotá, Editorial Alekos, 1996.
Laura Varela Mora, Yuri Romero. “Surcando amaneceres”. Bogotá, 2007.
Publicado en la revista Prensa Rural, No.1, septiembre de 2007

Tomado de: Agencia de Prensa Rural

Las Zonas de Reserva Campesina, política y paz

Por: Juan Pablo Ruiz Soto
Las Farc piden que una extensión de 9,5 millones de hectáreas sea declarada ZRC. El Gobierno dice que sólo se crearán las que sean necesarias y se opone a que las Farc tengan autonomía política sobre ellas. En La Habana sólo los aspectos políticos parecen relevantes, pero hay aspectos técnicos, económicos y ambientales que son determinantes si queremos aplicar con éxito lo propuesto en el capítulo XIII de la Ley 160 de 1994, en lo referido a las ZRC. En 1998 el Banco Mundial apoyó con un crédito esta iniciativa porque encontró que había propuestas técnicas, ambientales y de participación social interesantes.
En los últimos 50 años, la expansión de la frontera agropecuaria se ha hecho a expensas del bosque tropical, basada en el trabajo de un colono itinerante que, por determinantes económicas, tumba, establece pastos y vende al terrateniente ganadero para volver a tumbar y quemar en un nuevo predio. Por ello, en el marco de la reforma agraria se propuso hacer las ZRC. Su intención es democratizar la propiedad de la tierra y evitar el deterioro ambiental. El plan de ordenamiento ambiental territorial es la acción inicial, indispensable para desarrollar un área declarada como ZRC. Su ejecución debe asegurar la conservación de la estructura ecológica básica, impulsar el establecimiento de sistemas productivos sostenibles, generando bienestar económico y estabilidad para el productor campesino.
El Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 incluye la figura de la ZRC, y el proyecto de ley de tierras y desarrollo rural, que se elaboró antes de la instalación de los diálogos de La Habana, ya consideraba aspectos técnicos indispensables para lograr un desarrollo sostenible en las ZRC.
El proyecto de ley anuncia que para el desarrollo de ZRC se combinarán componentes de conservación, manejo, control y aprovechamiento de los recursos naturales, así como desarrollo de infraestructura, producción limpia, producción orgánica, educación ambiental, comercialización y servicios. Promete apoyo técnico y financiación a proyectos agrícolas, pecuarios, acuícolas, forestales, pesqueros, entre otros. Hacer desarrollo rural sostenible no es fácil, ni en áreas de expansión de frontera agropecuaria, ni al interior de la frontera agrícola.
El apoyo a los diálogos de paz, en el contexto internacional, significa una gran oportunidad para que las ZRC reciban recursos internacionales asociados al programa de reducción de emisiones de CO2, promovido por Naciones Unidas (Redd+). Esto, en las ZRC, generaría pago por servicios ambientales, para complementar los ingresos de los campesinos productores que estén conservando bosque y corredores biológicos.
Si bien, desde su origen, las ZRC han estado rodeadas de intereses políticos, la propuesta técnica puede desarrollarse en marcos políticos muy diversos. Los acuerdos de paz pueden incluir consideraciones políticas específicas para algunas ZRC, pero muchas otras ZRC pueden desarrollarse sin tales condicionantes.
La destrucción del bosque natural y sus servicios ambientales genera un proceso social de empobrecimiento irreversible, cualquiera que sea el contexto político que favorezca su destrucción. En todo contexto debemos proteger nuestra excepcional riqueza ecosistémica, que económica y socialmente es cada día más valiosa. Para el desarrollo rural sostenible, las ZRC son una herramienta de gran potencial

Tomado de: Agencia de Prensa Rural

miércoles, 20 de marzo de 2013

Comercio Justo, retorno de las familias desplazadas y desarrollo rural

Articulo de Marco Coscione, que nos habla de "como todos conocemos muy bien la importancia del actual proceso de diálogo, pero sobre todo, cada uno de nosotros sabe cuánto sea necesario construir de paz para el presente y lo que vendrá después. El proceso de retorno de las familias desplazadas representa hoy día una primera desafiante prueba para la construcción de un nuevo tejido productivo, económico y social en las zonas rurales. ¿Cuál sería el aporte de las organizaciones de pequeños productores de comercio justo a este proceso? Este artículo (Link) intenta vislumbrar algunas posibles respuestas"

Como siempre, abierto a la discución y el debate de quienes trabajamos el tema agrario 

Tomado de: Indepaz.org.co

Balance en el compromiso de Santos de restituir tierras y territorios a las víctimas



En esta entrega les traemos dos documentos de Yamile Salinas Abdala, Asesora de Indepaz, que nos hablan de cómo "a más de 18 meses de expedida la Ley 1448 de 2011, los jueces y magistrados de restitución han proferido once fallos, entre diciembre de 2012 y febrero de 2013, que involucran 77 demandantes, 81 inmuebles y 447 hectáreas. Adicionalmente se han ordenado medidas cautelares para amparar los derechos colectivos al territorio del Consejo Comunitario de Bajo Mira y Frontera y del pueblo Embera katío del Alto Andagueda"

Les dejamos los links, para que revisen el tema y como siempre, están abiertos a la discución y al debate de quienes trabajamos el tema agrario

Avances en el compromiso de Santos de restituir tierras y territorios a las víctimas (Link)

Balance del compromiso de Santos de restituir tierras y territorios (Link)

Tomado de: Indepaz.org.co

Zonas de Reserva y Comunidades Campesinas

Interesante ponencia (Link) realizada por Camilo Gonzalez Posso de Indepaz, quien nos trae una propuesta interesante sobre el tema, y desarrolla, a partir de su análisis, datos importantes para trabajar el tema de las ZRC, a partir de siete propuestas: Propuestas:

1. Asumir las ZRC como un instrumento importante del ordenamiento territorial y ambiental. UN CAPITULO ESPECIAL EN LA LEY AGRARIA Y DE DR.
2. Introducir la figura de zonas de protección de comunidades rurales ambientales ZPCRA en ecosistemas especiales y al interior de la frontera Agrícola.
3. Fomentar comunidades campesinas articuladas a mercados interiores, a la seguridad alimentaria y a la seguridad hídrica.
4. Definir la macroregión urbano rural y los pactos intraregionales de las ciudades con las comunidades campesinas y las ZRC
5. Establecer una meta de 3 millones de hectáreas en ZRC en el periodo 2011 – 2014.
6. Delimitar las ZPCRA, ZRC y comunidades campesinas en las regiones CAPITAL
(BOGOTA Y AREA CENTRAL), Caribe Norte (articuladas a las capitales), Suroccidente ( Eje Cali –Popayán – Pasto), etc.
7. Asociar las ZRC a una estrategia de paz desde la democracia participativa y la justicia social
redistributiva.
8. Constituir un Fondo especial para el fomento de las ZRC y definir formas de cogestión con
las asociaciones campesinas.
9. Redefinir la UAF hasta 3 smlv + 2 smlv – derogar los artículos del PND sobre la UAF.
10. Avanzar desde los criterios de la LEY 160 /96 sobre ZRC y proponer un capitulo en la
nueva ley que incluya instrumentos especiales que le den a las asociaciones dentro
de ZRC estímulos, exenciones y protección frente al TLC y la minería


Como siempre, este artículo queda abierto al debate de quienes trabajamos el tema agrario

Tomado de: Indepaz.org.co

lunes, 18 de marzo de 2013

Mapa Zonas de Reserva Campesita

Tomado de: Confidencial Colombia

Más allá de las "republiquetas"

La figura de las Zonas de Reserva Campesina ha encendido el debate sobre el desarrollo rural en el marco de la negociación de paz. Las Farc saludan su creación y propone destinar millones de hectáreas a esta iniciativa y el gobierno afirma que son “republiquetas independientes”. ¿En qué consiste esta forma de asociación?
“Las FARC- EP consideran que siendo las Zonas de Reserva Campesina una iniciativa agraria de paz, merecen todo el respeto y apoyo institucional posible y el compromiso inmediato del Gobierno Nacional de formalizar el total de las 9.5 millones de hectáreas de tierra que hoy comprenden sus procesos organizativos a nivel nacional”, señaló la guerrilla el miércoles 13 de marzo
Esta declaración fue leída por ‘Iván Márquez’ como respuesta a un documento enviado por la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina – Anzorc a los negociadores, donde pedían ser incluidos en el diálogo y tener un espacio de participación
De inmediato, sectores del gobierno y la oposición reaccionaron a la propuesta y deslegitimaron la idea de las Farc. Uno de los mayores críticos fue el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, quien afirmó que la propuesta tenía como objetivo institucionalizar “republiquetas independientes y no beneficiar a los campesinos”
José Félix Lafaurie, presidente de Fedegan y precandidato presidencial por el Centro Democrático, señaló que las Zonas de Reserva Campesina eran “cartuchos rurales” y que no contribuían al desarrollo del campo colombiano. El debate, desde ambas orillas, quedó abierto
Aunque las Farc han propuesto el fortalecimiento de este mecanismo en todas son declaraciones a la prensa desde Cuba, solo hasta ahora, cuando hay una idea concreta, el país gira su cabeza en esa dirección. Las ZRC existen en Colombia desde hace más de 25 años y han sido, según los campesinos y el Incoder, una medida tanto de protección a los trabajadores del campo como un mecanismo de acción frente a la inequitativa concentración de tierra
En medio del debate, esta semana se realizará el tercer encuentro de Zonas de Reserva Campesina, en San Vicente del Caguán. Allí se construirá una propuesta de legitimación y fortalecimiento de la iniciativa, que seguramente llegará a los negociadores en Cuba
Confidencial Colombia presenta los antecedentes, particularidades y retos de la polémica figura, que tiene dividido al país entre quienes piensan que es un fenómeno inútil y quienes han encontrado en estas zonas un espacio para protegerse y cultivar la tierra

¿Qué son?
Según el Incoder, las ZRC son “las Áreas geográficas que tienen en cuenta las características ambientales, agroecológicas y socioeconómicas regionales para el ordenamiento territorial, social y cultural de la propiedad, para la estabilización y consolidación de la economía campesina”
Para la Anzorc, las Zonas “se caracterizan por el predominio de terrenos baldíos, con historia de colonización campesina, historia de organización y la presencia de recursos naturales”
“Sobre este territorio los campesinos diseñan un plan de desarrollo sostenible o plan de vida dirigido a garantizar el derecho al territorio, la tenencia y distribución de la tierra, su vida digna, la satisfacción de los servicios básicos, la titulación de predios campesinos, el impulso y la estabilización de la economía campesina protegiendo los recursos naturales”, dice la asociación.

¿Cómo surgen?
Los campesinos de la región del Duda, en el Meta, decidieron asociarse en 1987 para “crear instrumentos de protección para sus parcelas, frente a la presión de los latifundios, garantizando una oferta adecuada de servicios”, según Anzorc. De esa lucha y en ese territorio nació la primera Zona de Reserva Campesina
En 1994, luego de la experiencia exitosa del Duda y por la presión del campesinado colombiano, el gobierno de Ernesto Samper decidió legislar sobre el tema y constituir la figura jurídica de las ZRC. Pero solo hasta 1996 se reglamenta la figura y entra a implementarse

¿Qué pretenden?
Las ZRC tiene varios objetivos, unos marcados desde la perspectiva de la institucionalidad y otros desde la visión de los campesinos
Para el Incoder, los objetivos de las Zonas son controlar la expansión inadecuada de la frontera agropecuaria, evitar y corregir los fenómenos de inequitativa concentración o fragmentación antieconómica de la propiedad rustica, crear las condiciones para la adecuada consolidación y desarrollo sostenible de la economía campesina y de los colonos de escasos recursos, regular la ocupación y aprovechamiento de las tierras baldías, dando referencia en su adjudicación a los campesinos o colonos de escasos recursos, entre otros
Los campesinos asocian estos territorios con procesos de identidad campesina, de permanencias y cuidado de la tierra, de esperanza de vida digna, de arraigo, de planeación y de ordenamiento territorial

¿Dónde están?
A través de este mapa, generado por la Anzorc, se observa los lugares donde están establecidas las seis ZRC constituidas, las 4 que están en proceso de legalización y el territorio donde los campesinos han decidido hacer una Zona de hecho
En la imagen no están incluidas cinco Zonas de Reserva Campesina de hecho, que han sido constituidas por los habitantes del departamento del Cauca

¿Cómo operan?
Según la Anzorc, las Zonas “tienen como bitácora de progreso, el plan de desarrollo sostenible –PDS- o plan de vida comunitario que elaboraron participativamente, este lo formulan, diseñan, administran, ejecutan, monitorean y evalúan las Organizaciones campesinas que lideran el proceso y son acompañadas por un comité de impulso local. Adicional a ello, se conforman comités de veedurías comunitarias que son los encargados de supervisar el proceso”
Las Zonas de Reserva Campesina existen. Hace más de 20 años hacen parte del panorama rural de Colombia y hoy cobran importancia por la discusión política que hay frente a su importancia.

Fuente Confidencial Colombia
Tomado de: http://www.pacocol.org

sábado, 16 de marzo de 2013

Zonas de reserva campesina deben respetarse

Por: Natalia Herrera Durán

El tema de las zonas de reserva campesina sigue en el centro del debate dentro del proceso de paz que adelantan Gobierno y Farc en La Habana. Primero fue la guerrilla la que demandó que se garantice el derecho a la tierra a estos colectivos, así como su financiación, hablando de la necesidad de crear 59 zonas con independencia política y 9,5 millones de hectáreas. Sin embargo, para el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, el asunto no es tan sencillo, pues no se puede patrocinar la creación de “una constelación de republiquetas independientes”.
En medio de la polémica, la voz de César Jerez, uno de los representantes de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc), es clave para conocer la realidad de una figura surgida en la década de los 90, a partir de las marchas de los campesinos cocaleros del sur del país, que —según dice— ha sido estigmatizada y perseguida. En diálogo con El Espectador, denuncia un veto del Ministerio de Defensa que tiene paralizada en el Incoder la constitución de nuevas zonas, al tiempo que les exige a las Farc no pararse de la mesa de diálogos hasta concretar acuerdos.
¿Cuál es la postura de las zonas de reserva campesina, hoy en medio del debate de la paz?
No somos ‘republiquetas’. Las zonas de reserva campesina son el acumulado de una lucha del campesinado por la tierra de muchas décadas y lo que buscamos es el reconocimiento político, social, económico y territorial. La figura está en la Ley 160, que creó su régimen normativo y constitucional.
Las Farc hablan de 9,5 millones de hectáreas para ellas...
Lo que hoy están considerando como una pretensión exclusiva de las Farc corresponde a los 50 procesos que hay vigentes de reconocimiento de zonas de reserva campesina en el país. Hay zonas que tienen 500 mil hectáreas, otras 400 mil o 300 mil. Si a esos procesos les ponemos un promedio de 200 mil hectáreas, estamos hablando de unos 10 millones de hectáreas. Pero eso no es un planteamiento de las Farc, pues nosotros ya lo hemos manifestado en diferentes escenarios.
¿Ante quién se presentan esos procesos de constitución?
Ante el Incoder, que es la entidad encargada de constituirlas.
¿Cuántas zonas existen hoy?
Seis constituidas y seis en proceso de constitución, que ya formularon su plan de desarrollo, llegaron a audiencias públicas —la última instancia— y están esperando que el Consejo Directivo del Incoder las avale.
Y si ya surtieron todo ese trámite, ¿por qué no las han avalado?
Porque hay un veto ilegal del Ministerio de Defensa y de la cúpula militar.
¿Cómo así que veto ilegal?
Porque el Ministerio de Defensa no tiene competencia en el desarrollo rural ni en el tema de reforma agraria. Lo que sabemos es que en el proceso de negociación de paz, la constitución de las zonas de reserva se convirtió en un problema y el Ministerio dijo que mientras no haya un acuerdo en Cuba se deben parar todos los procesos de constitución.
¿Cuáles son estas seis zonas que están por consolidarse?
Dos en Montes de María, una en el Cesar, una en Lozada, Guayabero, en las cuencas de los ríos en La Macarena y en Catatumbo.
¿Y cómo se ejerce el veto por el Ministerio de Defensa?
Llaman a altos funcionarios y les dan la orden de suspender los procesos, argumentando problemas de seguridad nacional.
¿Funcionarios del Incoder?
Sí, allí hay una serie de funcionarios que entienden la importancia de las zonas de reserva campesina, pero cuando llegó como directora Myriam Villegas, no se ha constituido ni una zona, a pesar de que las de Catatumbo y La Macarena surtieron el proceso.
Claro que el Ministerio de Defensa habla de que esas zonas por constituir están en regiones de fuerte presencia guerrillera...
En todas las zonas de reserva campesina hay presencia de las Farc y en una gran parte de ellas del Eln. Pero lo importante es que tenemos una oportunidad reconocida por el Gobierno de sacar adelante un proceso del campesinado, que en esta coyuntura puede ser un aporte fundamental para una reforma agraria.
¿Qué tipo de reforma agraria?
Una reforma agraria materializada en que se garanticen el acceso a la tierra, su formalización, los derechos civiles del campesinado y, finalmente, hacer en estos territorios lo que el campesino quiere, no las políticas impuestas desde los intereses del poder económico y político.
¿Cuál es la posición de la Asociación frente a las Farc?
Las guerrillas en general tienen una relación con la base social, con las economías campesinas y su modo de vivir, porque la mayoría de los guerrilleros vienen de familias campesinas. Hay acuerdos en esas regiones que tienen carácter humanitario, expreso y público. Y hay una lectura política de la guerrilla en las organizaciones campesinas, pero también hay una exigencia y un reclamo para terminar el conflicto, para que se sienten en la mesa y no se paren hasta lograr un acuerdo.
¿Es la agenda de las Farc la misma de ustedes?
No, nosotros vamos a presentar nuestra propuesta en San Vicente del Caguán el próximo 9 de abril, y apunta a construir un sistema de zonas de reserva campesina, un programa que lo haga viable —con financiamiento—, que articule una nueva institucionalidad para los territorios campesinos y les dé verdadera autonomía. Estamos convencidos de que ese es el camino para la paz.
¿Esta autonomía no es de la que se quejan el ministro Restrepo y hasta José Félix Lafaurie, de Fedegán?
La autonomía ya existe, es de hecho. En la mayoría de zonas no hay presencia del Estado más allá de la presencia militar. La gente ha tenido que solucionarse la salud o la educación. Lo que se está buscando es que haya un reconocimiento normativo e institucional que impida que mafiosos, agronegociantes de palma o multinacionales vendan o exploten esos territorios. ¿Cuál es el miedo? ¿Cuál es el problema? Que no quieren que el campesinado tenga derechos sobre su tierra.
El presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, dice que las zonas de reserva son un retroceso, que es volver a Marquetalia...
Eso repite él como un loro, cuando no tiene moral para hablar de retrocesos. ¿Qué más regresivo que la ganadería extensiva en Colombia? Tienen cerca de 30 millones de hectáreas a las que le hacen un mal uso y ejercen un latifundio improductivo. Es precisamente esa aberrante concentración de la tierra la que genera los problemas

Tomado de: El Espectador. com

Las Zonas de Reserva Campesina: Cartilla pedagógica

Les traemos en la cartilla pedagógica de las Zonas de Reserva Campesina (Link), publicada por Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina - Anzorc, la cual es un breve resumen ilustrado, del proceso de las ZRC, donde se busca, contrario a los planteamientos del gobierno, defender  la tierra y el territorio, consolidar la economía campesina, ordenar los territorios, proteger el medio ambiente y hacer vigentes los derechos humanos del campesinado

Tomado de: Agencia de Prensa Rural

Colombia: indignación y restricciones

La Corte Constitucional avaló una penalización ambigua e indeterminada a la protesta social, bajo el criterio indefinido de la "utilización de medios ilícitos"  

Por: Andrés Monroy Gómez

En Colombia se despierta el sentimiento de indignación ante la corrupción generalizada, que afecta diariamente todos los aspectos de la cotidianidad de los ciudadanos. Con el tiempo son más frecuentes las protestas en las calles, universidades, campos y fábricas. Ejemplo de ello es la convocatoria a la Semana de la Indignación, impulsada por la Coordinación Nacional de Organizaciones y Movimientos Sociales y Políticos.
Para frenar esta oleada de expresiones de inconformidad las iniciativas legislativas y judiciales suelen ser las más utilizadas por, quienes desde el poder, no comparten los reclamos.
Es por lo anterior que aproximadamente hace un año el Congreso de la República, de mayoría oficialista, aprobó una ley que penaliza comportamientos propios de la protesta social.
Impedir la movilización popular constituye el comienzo de la mutación del modelo político hacia una tiranía
El examen por parte de la Corte Constitucional de esa ley era la esperanza de un límite a esa tendencia represiva. Sin embargo, a finales de septiembre de 2012, el alto tribunal dio a conocer su decisión mediante un comunicado de prensa, en donde resaltan las contradicciones de los argumentos de la decisión.
Constitucionalidad contradictoria
La Ley 1453 de 2011 penaliza a quienes, utilizando "medios ilícitos", participen en la obstaculización de la infraestructura de transporte. Esa misma ley penaliza a quienes por cualquier medio ilícito, imposibiliten la circulación o dañe vehículos destinados al transporte público, colectivo o vehículo oficial.
El riesgo de este respaldo de constitucionalidad radica en la aparente contradicción en que incurre la Corte al señalar que las expresiones ’medios ilícitos’ hacen referencia a acciones que no están determinadas de forma precisa y exacta en la norma acusada, "pero que pueden ser determinables".
Sin embargo, a renglón seguido afirma que "solo aquellos medios que estén contemplados como contrarios a derecho en una ley formal y material, pueden ser tenidos como tales".
Posteriormente señaló que la aplicación de la penalización a la obstrucción de vías y transporte público debe estar de acuerdo con una interpretación estricta y literal, no analógica ni amplificada. Aclaró la Corte que los elementos que configuran este delito no pueden ser establecidos con base en interpretaciones de funcionarios judiciales o reglamentaciones administrativas.
En este punto surge la duda de la interpretación de lo expresado en el mismo comunicado por la Corte, en los siguientes términos: "Establecer cuáles medios son ilícitos y, por tanto, cuáles son las acciones tipificadas, es algo que sí puede ser hecho por las personas destinatarias de los artículos en cuestión".
Los magistrados Jorge Iván Palacio y Luis Ernesto Silva emitieron un salvamento de voto a favor de la protección de la libertad de expresión y de la limitación de las medidas represivasLamentablemente esta tendencia a reprimir la inconformidad no es exclusiva del continente americano.
Sólo para citar un ejemplo, España se enfrenta a una crisis que las grandes empresas mediáticas han sintetizado en el problema económico. Más allá de eso, los españoles afrontan el desafío de la restricción a sus derechos fundamentales.
Por ello, surgen preocupantes iniciativas como la de "modular" la Ley de manifestación, calificada por ser muy pasiva.
Salvamento de voto al rescate de la libertad de expresión
"Impedir la movilización popular constituye el comienzo de la mutación del modelo político hacia una tiranía". Esta idea marca la pauta de la inconformidad de los magistrados Jorge Iván Palacio Palacio y Luis Ernesto Vargas Silva frente a la decisión mayoritaria de la Corte Constitucional.
El fundamento de su salvamento de voto es un llamado a la protección de la libertad de expresión y la limitación de las medidas de carácter represivo y restrictivo.
Los magistrados disidentes señalaron:
" (…) la protesta tiene un vínculo estrecho e incuestionable con los derechos a la libertad de expresión y a la reunión pacífica. A partir de ello señala que la movilización popular tiene una importancia vital sobre la materialización del ideal democrático. La protesta permite el cumplimiento de los valores adscritos a la soberanía popular y asegura la existencia y goce de los demás derechos fundamentales. Dada la complejidad y conflictividad existente, la protesta se ha constituido en la válvula de escape que encuentran diversos sectores vulnerables de la población para dar visibilidad a los reclamos que se relacionan con la violación de sus garantías básicas. En esa medida, la respuesta de la sociedad y el Estado deben traducirse en términos de supertolerancia hacia la crítica y el reconocimiento de derechos. Debe considerarse que impedir la movilización popular constituye el comienzo de la mutación del modelo político hacia una tiranía".
La protesta permite el cumplimiento de los valores adscritos a la soberanía popular y asegura la existencia y goce de los demás derechos fundamentales
Ante el cuestionamiento de algunos sectores sociales sobre los desmanes que se presentan durante las protestas, afirmaron:
"(…) para evitar que la protesta legítima termine en hechos violentos que desconozcan derechos fundamentales, el Gobierno dispone de múltiples herramientas administrativas. Las autoridades cuentan con los poderes de policía que son suficientes para controlar los excesos en el disfrute de este derecho. La poca efectividad que pudieran tener esas facultades tampoco podría llevar ni justificar la criminalización genérica de la protesta".
Sobre las contradicciones identificadas en la decisión de la Corte, Palacio y Vargas aseguraron que el tipo penal ambiguo o indeterminado favorece interpretaciones judiciales extensivas que terminan por criminalizar comportamientos que no ameritan tratamiento penal

Por: Agencia de Prensa Rural

jueves, 14 de marzo de 2013

Política agraria, Zonas de Reserva Campesina y el problema de la tierra en Colombia

Por: Diego Andres Bulla Beltrán


El conflicto entre latifundistas contra campesinos, colonos y arrendatarios que se hizo crítico hacia los años 20 y 30, no fue mediado por las vías institucionales, más bien el Estado reforzó la violencia que ya ejercían los propietarios de la tierra y la estructura social y económica sobre los campesinos. Las zonas de frontera agraria se convierten en el principal espacio de confrontación social, donde se agudizan las contradicciones con la entrada de la economía ilegal, con los cultivos de coca, su transformación y distribución.
La política rural históricamente no ha sido efectiva para modernizar la estructura agraria, el reformismo desde mediados de los años sesenta no ha tenido mayor impacto y en la última década ha agudizado el problema. La carencia de voluntad política por parte de las clases dirigentes ha imposibilitado una solución democrática y por el contrario la violencia ha estado ligada a la defensa de los diferentes intereses rurales.
Después de 200 años de vida republicana no se han realizado las reformas pertinentes por parte del Estado para modernizar el sector rural. Pobreza, concentración de la propiedad, uso irracional del suelo, desplazamiento forzado, la destrucción de la economía campesina, saqueo de los recursos naturales y más de cincuenta años de un conflicto social y armado que se reproduce en estas relaciones sobre el uso de la tierra.
A partir de la liberalización de la economía en la década de los noventa la cuestión agraria se enmarca en un contexto de internacionalización y globalización del capital. No es casualidad que una década después, durante el gobierno de Álvaro Uribe, se otorgaron más licencias mineras a transnacionales que en más de un siglo y en la actualidad más de la mitad del territorio esta solicitado para explotar recursos mineros.
Sin embargo, la figura de Zona de Reserva Campesina se ha convertido en las pocas herramientas jurídicas de reivindicación de los colonos para garantizar su derecho al territorio. En la actualidad se puede decir que esta normativa abre un pequeño espacio para garantizar el acceso comunal a la tierra, a pesar de que según la Constitución es deber del Estado promover el acceso progresivo a la propiedad de la tierra de los trabajadores agrarios y a otros servicios públicos rurales, con el fin de mejorar el ingreso y la calidad de vida de la población campesina. Bajo la fórmula de propiedad colectiva de la tenencia de la tierra y consagrada en la Ley 160 de 1994 en su capítulo 13 sobre colonización.
En esta ley se ordeno específicamente que la acción del estado tuviera en cuenta “las reglas y criterios sobre ordenamientos ambiental territorial, la efectividad de los derechos sociales, económicos y culturales de los campesinos, su participación en las instancias de planificación y decisión regionales y las características de las modalidades de producción.” (Artículo 79, capitulo 13).
Por lo anterior es pertinente retomar la problemática de la tierra y avanzar en el diagnostico de los problemas y propuestas de solución desde la academia. El caso específico a seguir es la región del sur del departamento de Bolívar y el nordeste de Antioquia, región donde se viene desarrollando procesos organizativos de comunidades campesinas principalmente colonos que buscan proteger su territorio, también se pretende referenciar las diferentes experiencias organizativas concretas en diferentes puntos de la geografía colombiana.
I. REFERENTES TEÓRICOS PARA EL ESTUDIO
MARCO TEÓRICO
En esta parte del trabajo se abordara desde la teoría económica, partiendo de los clásicos, con el trabajo de David Ricardo, el problema de la distribución. Según Nicholas Kaldor (p. 77) , para David Ricardo “el descubrimiento de las leyes que regulan las proporciones en que se distribuye el producto “es el problema fundamental de la Economía política”.
La distribución la podemos definir desde su concepción clásica como las leyes de repartición a los individuos del producto obtenido con el aprovechamiento social de la naturaleza. Para Malthus, esta era el estudio principal que se debía hacer desde la economía política. Para Malthus (citado en la p. 79), la economía política debería definirse como “una investigación sobre las leyes que determinan la división del producto de la industria entre las clases que recurren a su formación.”
Las proporciones del producido total de la tierra se distribuye entre tres clases: renta, beneficios y salarios. Esta distribución será cambiante de acuerdo a la etapa de la sociedad (Kaldor 1956, p.78) principalmente debido a los “fenomenales cambios en las técnicas de producción, de la acumulación de capital en relación al trabajo, y en el aumento del ingreso per cápita (Kaldor 1956, p. 79).”
Alrededor de estas tres categorías (renta, beneficios y salarios) va a girar el problema distributivo y su relación con el crecimiento. El hecho de que el productor necesita reinvertir sus ganancias lo que va a generar que produzca a una escala mayor o si por el contrario distribuye en términos de salarios lo que vería mermado su beneficio. Como lo interpreta Kaldor desde Ricardo, todo aumento en salarios necesariamente debe bajar la tasa de utilidad y disminuye la tasa de crecimiento (Kaldor 1956, p. 84).
A pesar de que el trabajo de Marx parte del excedente de Ricardo, tiene diferencias analíticas importantes, como no hacer la diferenciación entre renta y beneficio, sino que era considerado el excedente del costo de consumo menos el costo de producción.
Según Kaldor (p. 86) desde la teoría marxista “cuanto mayor es la escala de operaciones es más eficiente el negocio, cada capitalista se ve forzado a incrementar el tamaño de sus negocios por medio de la reinversión de sus ganancias si es que no quiere quedar atrás en la lucha competitiva entablada.”
Y esto es similar a lo que ocurre alrededor de la estructura agraria según la escala de producción. Es obligatorio para la supervivencia de la gran propiedad concentrar la mayor parte de tierra, no tanto para producir sino para evitar que exista la propiedad de pequeña escala la cual resulta económicamente más eficiente que la gran propiedad.
Cuanto mayor es la escala de la propiedad del terrateniente le es más eficiente garantizar el monopolio sobre la tierra, siempre recurriendo a medios extraeconómicos. Cada terrateniente necesita no solo defender su propiedad sino también incrementar su tamaño por medio de distorsiones, de lo contrario la competencia con la pequeña propiedad generara presión del mercado para su desaparición.
Sobre el valor producido por la tierra se dice que su fertilidad decreciente “es la mayor, y finalmente la única causa necesaria de la caída de la ganancia.” En este punto no se tiene en cuenta la realización de la mercancía, es decir, se parte del hecho que lo producido se va a vender y la única atención parte de si la tierra es fértil o no. Se omite el hecho de cómo el funcionamiento del mercado tiene impacto en el porcentaje de ganancia de los productores.
El conflicto entre crecimiento y distribución ha sido central en el debate de la teoría económica clásica y el tema de la distribución agraria también cobra vigencia. Si se privilegia el crecimiento capitalista por medio de mayor utilidad para el productor que se vea reflejada en la reproducción del capital generando distribución por medio del empleo. O si por el contrario se reparte la utilidad del producto entre quienes intervienen en su producción generando una distribución justa.
Sustentabilidad
El concepto de sustentabilidad ecológica aparece para cuestionar incluso el peligro que corría la supervivencia de la especie humana. Se proponía la reconstrucción del orden económico buscando un desarrollo durable y problematizando las bases mismas de la producción (Leff 2004, p. 17). “La racionalidad económica desterró a la naturaleza de la esfera de la producción, generando procesos de destrucción ecológica y degradación ambiental. El concepto de sustentabilidad emerge así del reconocimiento de la función que cumple la naturaleza como soporte, condición y potencial del proceso de producción.” (Leff 2004, p. 17).
Sin embargo es válido hacer un análisis crítico respecto a esta opción de sustentabilidad. Desde esta teoría es aceptada la “irracionalidad ecológica de los patrones dominantes de producción y consumo” (Leff 2004, p 17). A partir de esta valoración se realiza todo un debate teórico y político para reasignar valor a la naturaleza poniéndole valoración dentro del sistema de producción capitalista. Sin embargo teniendo en cuenta la naturaleza y características propias del sistema de producción capitalista es idealista cambiar su relación con los recursos naturales sin realizar una transformación misma del sistema de producción.
Las relaciones que hay dentro de un sistema económico no obedecen a voluntades de individuos sino a formaciones objetivas organizadas para la producción. Que el sistema de producción capitalista sea depredador de recursos no es porque voluntariamente lo hace y pude cambiarlo a voluntad sino porque es su misma naturaleza que solo puede ser cambiada transformando las relaciones de producción.
Sin embargo la crítica que recoge el autor va más allá del sistema de producción, cuestiona la misma concepción de modernidad que se sigue. Un modelo de producción de economía centralmente planificada, redistribuyendo socialmente los beneficios, pero bajo la misma lógica desarrollista puede degenerar igualmente en uso desmedido de los recursos. “La cuestión ambiental problematiza las bases mismas de la producción; apunta hacia la desconstrucción del paradigma económico de la modernidad y a la construcción de futuros posibles, fundados en los límites de las leyes de la naturaleza, en los potenciales ecológicos y en la producción de sentidos sociales en la creatividad humana. “ (Leff 2004, p. 19).
Escasez
La evidente limitación de recursos que supone un modelo de producción que depreda a gran escala. “La escasez, fundante de la teoría y práctica económica, se convirtió en una escasez global. Ésta ya no es resoluble mediante el progreso técnico, la sustitución de recursos escasos por otros más abundantes, o el aprovechamiento de espacios no saturados para la disposición de los desechos generados por el crecimiento desenfrenado de la producción.” (Leff 2004, p. 18).
La escasez también supone un problema de distribución de los recursos. A mayor escases de recursos mayor lucha por su apropiación y mayor necesidad de su cuidado si es que no se tiene otro recurso que lo pueda remplazar.
Por lo tanto el discurso ecológico termina siendo funcional a los intereses económicos dominantes que pretenden apropiarse de ciertos recursos escasos que están en el poder de actores secundarios (como naciones periféricas), por lo tanto justifican su apropiación con el hecho de que son los llamados a ejercer su protección.
Tecnología: crecimiento vs conservación de recursos
El ecodesarrollo emerge por una conciencia de la necesidad de proteger los recursos naturales que son finitos. La necesidad de articular los procesos ecológicos, tecnológicos y culturales bajo nuevos valores éticos. “El saber ambiental ocupa su lugar en el vacío dejado por el progreso de la racionalidad científica, como síntoma de su falta de conocimiento y como signo de un proceso interminable de producción teórica y acciones prácticas orientados por una utopía: la construcción de un mundo sustentable, democrático, igualitario y diverso (Leff, 1986/2000) (p. 19).”
La herramienta con la cual se pretende solventar la contradicción entre crecimiento económico y conservación de la naturaleza es por medio del cambio técnico. Con el modelo de modernidad hegemónico la razón tecnológica había estado siempre por encima de la organización de la naturaleza. Ahora “la tecnología se encargaría de revertir los efectos de la degradación ambiental en los procesos de producción, distribución y consumo de mercancías.” “La tecnología, que ha contribuido al agotamiento de los recursos, resolvería el problema de la escasez global haciendo descansar la producción en un manejo indiferenciado de materia y energía.” (Leff 2004, p. 26).
Posteriormente se cambia el discurso del ecodesarrollo con el de desarrollo sostenible. El orden económico dominante sometió el discurso ambiental crítico para someterlo a los dictados de la globalización económica (p. 20). Pretendía lograr un crecimiento económico sostenible por medio del marcado, según lo que hemos argumentado, totalmente contradictorio. La contradicción entre medio ambiente y desarrollo es realmente irreconciliable bajo la globalización y producción capitalista. Solamente busca legitimarse por medio de este discurso. “El discurso de la sostenibilidad busca así reconciliar a los contrarios de la dialéctica del desarrollo: el medio ambiente y el crecimiento económico. (…) proclamar el crecimiento económico como un proceso sostenible, sustentado en los mecanismos del libre mercado como medio eficaz para asegurar el equilibrio ecológico y la igualdad social” (Leff 2004, p. 26). Este discurso copta la crítica ambiental contra el capitalismo funcionalizandola totalmente hacia la reproducción del sistema con una máscara ecologista y profundizando la mercantilización de los recursos naturales.
Los factores de producción
En la mayoría de países en desarrollo (después de la segunda guerra mundial) se ha presentado un desempeño agrícola deficiente, es decir, la producción agrícola ha sido lenta o constante. Esto se evidencia en el desequilibrio entre importaciones y exportaciones de alimentos; el crecimiento de la fuerza de trabajo absoluto; la baja tasa de crecimiento de la productividad de la mano de obra; insuficiente adsorción de mano de obra en sectores urbanos; bajo ritmo de crecimiento de productividad; declive de la tierra agrícola por trabajador. Los factores anteriores son los que componen el problema agrario de los países en desarrollo.
Inversión y deficiente cambio técnico
El deficiente desarrollo agrícola, la baja productividad y el lento crecimiento del ingresos han sido explicados de diferentes maneras por los teóricos, algunos señalan que “la restricción principal del desarrollo agrícola esta en las políticas que impiden la innovación técnica e institucional (lo que amplía la brecha entre capacidad productiva potencial y capacidad productiva efectiva)”. Por otro lado otros señalan que esto se debe a los bloqueos estructurales de la productividad y la tenencia. (Bejarano 1998, p. 48) .
“La discriminación en contra de la agricultura en los mercados de factores y productos redujo los incentivos de la producción”. Las políticas realizadas por parte de los gobiernos para regular el mercado buscaron asignarle cargas impositivas a los sectores campesinos sin asignarle eficientemente recursos suficientes para el sector. Esta situación genero considerable pérdida de eficiencia a largo plazo que desaprovecho “las ganancias potenciales de los cambios técnicos e institucionales que habrían ocurrido con políticas de mercado, comercio e inversión más apropiadas” (Bejarano 1998, p. 48).
La falta de capacidad y voluntad por parte de los Estados para implementar reformas estructurales sobre la estructura agraria que diera condiciones para que los pequeños campesinos produjeran eficientemente integrándose al mercado, condujo a bloquear el desarrollo agrario incluyendo tecnología y cobertura institucional. Bejarano (Bejarano 1998, p. 49), basándose en otros autores expone otros bloqueos estructurales que no son propios de los enfoques latinoamericanos, donde cabe destacarse el desarrollo de un limitado y pequeño sector urbano que no demanda suficientes materias primas y alimentos del campo y además no lleva insumos técnicos (fertilizantes, equipos agrícolas del sector industrial, etc) al sector rural. Otro de los bloqueos estructurales para el desarrollo agrícola que se expone, es una desigualdad muy grande en el tamaño de la propiedad rural, que dificulta la creación de un mercado fuerte para los productos industriales.
En América Latina ha prevalecido el enfoque estructuralista, según la cual el patrón de desarrollo agrícola y el desempeño del sector dependen de las interacciones que se establezcan entre la estructura agraria, las instituciones y la nueva tecnología. La importancia de la estructura agraria en el patrón de desarrollo de las naciones es primordial. La distribución de la tierra, las estructuras de poder rural y las orientaciones de las instituciones van a enmarcar el tipo de desarrollo de los países (Bejarano 1998, p. 50).
Recursos y distorsiones
La producción agrícola depende del acceso a los recursos naturales (físicos o biológicos) y a los factores económicos (factores tecnológicos: técnicas de cultivo y de aprovechamiento de la tierra. Sin embargo Bejarano nos dice que lo más importante no se refiere principalmente a la cantidad de recursos a los que se accede sino a la innovación tecnológica, que desde los años cincuenta ha sido la causa para que se aumente la producción en un 60%. Por lo tanto el aumento de la producción agrícola ha estado en menor medida aumentada por el uso de más hectáreas de tierras por año (1% más cada año) pero significativamente por la innovación tecnológica que se desarrolla en el sector urbano.
A pesar de esto la problemática de la agricultura no se ha superado, teniendo condiciones en términos de recursos, mano de obra, capital, tecnología, la estructura agraria a condicionado y frenado el desarrollo productivo agrario. “El problema es que no basta tener recursos adecuados y suficientes. En el conjunto, las distorsiones, dislocaciones o deformaciones en la distribución de estos recursos, el acceso a los mismos y la condición de apropiación del ingreso, son los frenos principales a la producción y son también la causa principal de las deficiencias en la producción de alimentos (Bejarano 1998, p. 52).”
Las distorsiones principales son la distribución desigual del acceso a la tierra, la desigualdad de acceso al crédito entre campesinos y grandes propietarios y la desigualdad de acceder a tecnología que debido a la distribución de poder en manos de los grandes pueden acceder a ella. Son distorsiones en la medida en que en condiciones económicas normales no existirían, se basan de métodos extraeconómicos los grandes propietarios para tener una propiedad mucho más grande que los campesinos, tener créditos baratos y tener la posibilidad de acceso a la tecnología. “Estas distorsiones, en todo caso, restringen la productividad, socavan la posibilidad de los adelantos tecnológicos y de otra índole y se ramifican en sus efectos más allá de los terrenos puramente agrícolas, afectando el conjunto de la economía (Bejarano 1998, p. 53)”
Según Bejarano, el problema fundamental del sector agrario, es que los grandes recursos de mano de obra que son todos los campesinos con vocación para trabajar la tierra están separados del escaso capital sin siquiera acceder a los créditos del Estado y además están separados de la tierra, por medio del acceso desigual a esta y el monopolio de los grandes terratenientes.
Estos factores de producción (mano de obra, capital y tierra) por condiciones extraeconómicas no se juntan a pesar de que su desarrollo haría productiva la estructura agraria. La generalización del minifundio donde las familias campesinas puedan desarrollar su gran capacidad de trabajo con utilización intensiva de la propiedad y con acceso a crédito en condiciones favorables, seria condiciones óptimas para el desarrollo productivo del sector agrario. Bejarano argumenta que entre menor sea el tamaño de la propiedad mayor es la productividad y mejor el aprovechamiento del uso del suelo. Se da una relación negativa entre producción y tamaño de la propiedad en los países en desarrollo.
“El trabajo es el factor productivo que abunda en las fincas pequeñas y que escasea en las grandes; la producción total aumentaría si el trabajo se distribuyere uniformemente sobre la tierra. En principio de obtendría una producción más alta mediante la redistribución de la tierra, de modo que todas las fincas fueran del mismo tamaño (Bejarano 1998, p. 58). ”Se evidencia el problema principal y estructural es la desigual distribución de la tierra, un problema social y político que tiene impactos en el desarrollo económico. La estrategia bimodal es una gran falla para el desarrollo de la estructura agraria.
MARCO CONCEPTUAL
Realizaremos este acercamiento conceptual desde el texto del profesor canadiense Albert Berry “¿Colombia encontró por fin una reforma agraria que funcione?”. El diagnostico gira alrededor de las problemática que ha azotado al sector rural de la mayoría de países latinoamericanos y especialmente a Colombia, es una extrema desigualdad en la distribución del acceso a la tierra agrícola en la cual coincido con el autor. De antemano este elemento ha sido transversal a todo el problema agrario que ha traído como consecuencias identificadas: malestar, injusticia, pobreza, violencia, inestabilidad política, ambigüedad (especialmente entorno de los derechos de propiedad y la ineficacia (Berry 2003, p. 23). La ambigüedad respecto a los derechos de propiedad es el resumen de la escasa institucionalidad del Estado no solo en términos legales y policivos para ordenar estos derechos, sino ausencia en el sentido de mediar en estos conflictos sociales que generaba la injusta estructura agraria, y aplicar reformas que evitaran que se desbordaran por fuera de la institucionalidad, como evidentemente ocurriría.
Escases y distribución
Revisando la categoría de escases a la luz de la desigualdad en la distribución del acceso a la tierra, según lo expuesto por el autor se pueden dar dos situaciones (Berry 2003, p. 25):
1. Situaciones de gran escasez de tierra, en las que su distribución es muy desigual y la mayoría de las personas trabajan como arrendatarios en la tierra de otros.
2. Situación donde no hay gran escases de tierra, el problema gira en torno a quien tiene la primera opción de las tierras públicas, qué infraestructura construirá el Estado en las tierras recién colonizadas, si la propiedad es independiente de la explotación o la tierra ociosa revierte al Estado y, por tanto, queda a disposición de otros aspirantes.
Colombia no tiene un grado alto de escases de tierra, tanto así que se planteo la colonización de tierras baldías para que los campesinos pudieran acceder a la tierra y se cerró las puertas a una reforma agraria donde se interviniera las propiedades ya concentradas. Los pocos adelantos reformistas que se dieron sucumbieron con el “Pacto de Chicoral” donde empresarios, estado y dirigentes políticos tradicionales objetaron una posible redistribución de tierras, privilegiando la alternativa de colonización de tierras más alejadas.
Las dos situaciones expuestas por Berry se presentan en la estructura agraria colombiana, el problema de la tenencia de la tierra ha permanecido a lo largo del siglo XX. El conflicto entre latifundistas contra campesinos, colonos y arrendatarios que se hizo crítico hacia los años 20 y 30, no fue mediado por las vías institucionales, más bien el Estado reforzó la violencia que ya ejercían los latifundistas y el modelo social y económico excluyente sobre los campesinos. Las zonas de frontera agraria se convierten en el principal espacio de confrontación social, donde se agudizan las contradicciones con la entrada de la economía ilegal, con los cultivos de coca, su transformación y distribución. Es estas zonas de frontera “…los procesos de expansión del control monopólico de la tierra, como vía para forzar a colonos, jornaleros sin tierra y otros pequeños campesinos a ofertar su fuerza de trabajo a las grandes explotaciones, en la medida en que están excluidos del acceso a tierras de mejor calidad.”
Según Berry, “en donde no hay otra manera de dar tierras a la mayoría de los que la necesitan excepto expropiarlas a los propietarios (o poseedores) actuales, puede ocurrir una grave confrontación.”
En la década de los treinta se conformo el principal intento de reforma de la estructura agraria por parte del gobierno de López Pumarejo, según Berry (2003, p. 29) “el gobierno, concentrado cada vez más en las necesidades del proceso de industrialización, se preocupó aún más por la producción agrícola para el mercado doméstico, gran parte de la cual provenía del sector de pequeños agricultores, y menos por las exportaciones.” Sin embargo, dado el escenario adverso la reforma no tuvo un impacto suficiente que modernizara la estructura agraria.
Cabe que preguntarse cuál fue el papel que jugó el Estado en la procura de garantizar un modelo económico industrial que generara crecimiento en las ciudades, democratizara la tierra y generara bienestar para el campesinado y un mercado de alimentos sustentable para las ciudades fortaleciendo el mercado interno.
Crecimiento y distribución
La discusión que existe desde la economía política entre crecimiento y distribución analizando de nuevo el caso colombiano desde el texto de Berry, podemos ver que la distribución puede generar también crecimiento económico y bienestar de la población si se lleva a cabo de manera sostenida y planificada por el Estado. Económicamente Albert Berry ha defendido la pequeña propiedad debido a que puede ser mucho más eficiente que la grande en términos económicos. En estas décadas de inicio de los años XX ni siquiera los dueños de las grandes propiedades tenia capital suficiente para trabajar toda su propiedad, lo que se generaba era captación de rentas y mantenimiento de su posición social y poder político por medio de la acumulación de tierra.
Una política redistributiva de tierra que genera condiciones para que el pequeño productor sea productivo con un modelo económico que se base en fortalecer el mercado interno y garantizar la soberanía y seguridad alimentaria de la masa de trabajadores en las ciudades podría generar mayor crecimiento principalmente en el sector industrial y mayor bienestar para los campesinos productores.
Patrón de desarrollo del control y uso de la tierra
Albert Berry identifica 4 características en del desarrollo del control y uso de la tierra desde la independencia (2003, p. 26, 27). Primero ambigüedad acerca de quién controla o debe controlar la tierra, segundo y tercero el Estado como un actor importante pero no coherente y cuarto el dominio de la tierra como forma de controlar los factores de la producción agrícola.
Es evidente que el Estado no tuvo la suficiente decisión política para transformar la estructura agraria que en consecuencia se refleja en no garantizar su acceso progresivo a los campesinos que necesitaban de este factor de producción para vivir como tal, el terrateniente debía separarlo de la tierra y evitar que fuera económicamente productivo ya que no podría competir con él. El terrateniente se ha valido de factores extraeconómicos para conservar su poder político y social.
III. ESTRUCTURA Y ESTADO ACTUAL DEL PROBLEMA
Reformas y problema histórico de la tierra
El problema de la tenencia de la tierra ha permanecido a lo largo del siglo XX. El conflicto entre latifundistas contra campesinos, colonos y arrendatarios que se hizo crítico hacia los años 20 y 30, no fue mediado por las vías institucionales, más bien el Estado reforzó la violencia que ya ejercían los latifundistas y el modelo social y económico excluyente sobre los campesinos. Las zonas de frontera agraria se convierten en el principal espacio de confrontación social, donde se agudizan las contradicciones con la entrada de la economía ilegal, con los cultivos de coca, su transformación y distribución. Es estas zonas de frontera “…los procesos de expansión del control monopólico de la tierra, como vía para forzar a colonos, jornaleros sin tierra y otros pequeños campesinos a ofertar su fuerza de trabajo a las grandes explotaciones, en la medida en que están excluidos del acceso a tierras de mejor calidad.”
El primer intento modernizador del sector rural se llevo a cabo en el gobierno de Alfonso López donde por primera vez se reconoce que la propiedad tiene una función social. Sin embargo no tuvo una efectiva realización. Mediante la Ley 200 de 1936 y a reformas constitucionales se trato de ordenar la legalidad de los títulos de propiedad en disputa, legalizando las tierras de colonos y campesinos que ya venían trabajando la propiedad desde hacía varios años. Además buscaba delimitar claramente la propiedad del Estado y la propiedad que habían obtenido particulares legalmente. Sin embargo esta reforma que pretendía ordenar los derechos de propiedad, no tenía un fin redistributivo y trajo como consecuencia la expulsión de arrendatarios y aparceros de las haciendas por parte de los propietarios ante el temor de que los campesinos reclamaran la titularidad por su trabajo sobre la tierra.
Posteriormente, en los años 60 se aprobaron reformas que pretendían retomar las disposiciones de la Ley 200 sobre el carácter social de la propiedad. La ley 135 de 1961 de nuevo reconoció el derecho de propiedad de aparceros y arrendatarios que trabajaran la tierra como dueños por cinco años. Se adelantaron la aprobación de mas normatividad durante los años sesenta con la finalidad de transformar estructura agraria, sin embargo no fueron efectivas y se mantuvo la tensión entre propietarios y campesinos sin tierra, colonos, aparceros y arrendatarios.
No hubo una decidida voluntad política del Estado por reformar la estructura agraria. El origen de las denominadas autodefensas campesinas de Marquetalia, río Chiquito y el Guayabero, se remontan a este conflicto social, donde las reivindicaciones de los campesinos no son atendidas por el Estado con medidas y reformas efectivas, sino por el contrario son víctimas de la represión Estatal. En este contexto nacen las FARC en 1964 y plantean también como muchos sectores sociales la necesidad de una reforma agraria efectiva y la resolución por las vías de las reformas las contradicciones entre terratenientes y trabajadores de la tierra, propuesta en su programa agrario: “Los colonos, ocupantes, arrendatarios, aparceros, terrazgueros, agregados, etc., de tierras de los latifundistas y de la nación, recibirán los títulos correspondientes de propiedad de los terrenos que exploten. Se liquidará todo tipo de explotación atrasada de la tierra, los sistemas de aparcería, el arriendo en especie o en dinero.”
También se plantea medidas que posibiliten la economía campesina, poniendo limite al latifundio: “Se creará la unidad económica en el campo de acuerdo con la fertilidad y ubicación de los terrenos, con un mínimo de 10 a 20 hectáreas, cuando se trate de tierras planas y aledañas a poblaciones o ciudades y, en otras tierras, de acuerdo con su fertilidad y red de comunicaciones. Se anularán todas las deudas de los campesinos con los usureros, especuladores, instituciones oficiales y semi-oficiales de crédito.”
La voluntad que tenía el Estado de adelantar algunas reformas en los años 60 se vieron cuestionadas por la clase propietaria, quienes veían en estas reformas la posibilidad de que se presentara un despojo legal de las tierras atreves del Instituto Colombiano de Reforma Agraria –INCORA-. Los pocos adelantos que se dieron sucumbieron con el “Pacto de Chicoral” donde empresarios, estado y dirigentes políticos tradicionales objetaron una posible redistribución de tierras, privilegiando la alternativa de colonización de tierras más alejadas.
Este pacto se expreso luego en la Ley 4ª de 1973 que termino congelando la reforma y termino orientando al INCORA solo hacia la titulación de baldíos, la atención de parceleros, el manejo de la cartera y las empresas comunitarias creadas. Los años posteriores es de intensa lucha social, hasta la organización campesina promovida por el gobierno se radicalizo en su lucha, la ANUC promovía en tierras en varios departamentos, principalmente en Sucre y Córdoba.
Las siguiente leyes que se van a aprobar sobre el sector agrario tienen como fin insertar el sector rural en la lógica del mercado de tierras con la ley 30 de 1988 y después de la apertura económica del gobierno liberal de Cesar Gaviria, la ley 160 de 1994. “La vieja demanda campesina por la tierra, en condiciones estables y en donde se permitiera a la comunidades desarrollar sus iniciativas productivas, organizativas y de interlocución (…) vino a abrirse paso contradictoriamente en medio de una ley destinada a implantar el mecanismo del mercado de tierras como sustituto neoliberal a una reforma agraria.”
Al lado de estas reformas marginales se impuso mediante la violencia paramilitar una contra reforma agraria que despojo a millones de campesinos des sus tierras y los desplazo a las periferias urbanas. En palabras de Absalón Machado:
“Pero en este período se había iniciado y consolidado, al lado de la política gubernamental, un proceso de contrarreforma agraria y de apropiación de tierras con recursos del narcotráfico, el cual transcurrió sin cortapisas, sin que los gobiernos de la época intentaran ningún proceso para frenar la concentración de la propiedad y el despojo de tierras realizado por diversos métodos por parte del narcotráfico y de los grupos armado ilegales, que actuaron en connivencia con autoridades públicas y la realización de alianzas con las élites regionales y locales, especialmente con la clase política y los grandes propietarios rurales, originando el conocido proceso de la parapolítica.”
Problemáticas estructurales
La problemática es la carencia de voluntad política del Estado para viabilizar la economía campesina, un problema histórico y base del actual conflicto armado. En profundidad estas problemáticas son: el antagonismo entre la economía campesina y la ganadería extensiva que tiene que ver con el uso y tenencia de la tierra al igual que la tensión entre la economía campesina y la agroindustria capitalista; la gran minería y en general las economías extractivas vinculadas al capital extranjero que disputan el control territorial por recursos minerales, carbón, petróleo, palma aceitera y cultivos de uso ilícito.
Desde la apertura económica en el gobierno de Cesar Gaviria la política estatal le apuesta al sometimiento de la economía campesina a la economía extractiva y de megaproyectos promovida por el capital transnacional. La política económica hacia el sector rural se ha vincularlo directamente con mercado internacional. Esto se evidencia con la pérdida de la soberanía alimentaria. Actualmente se importan unas 9 millones de toneladas de alimentos al año, anteriormente solo se importaban 2 millones de toneladas . A los campesinos les queda para sobrevivir el cultivo de la coca y demás cultivos ilícitos que resultan más rentables ante la realidad de que el mercado interno de alimentos está copado por los productos extranjeros.
Uno de los problemas principales que se opone al desarrollo de la economía campesina es la concentración de la propiedad de la tierra que hay en Colombia. Según cifras del Instituto Agustín Codazzi , el 0.06% del total de propietarios de la tierra rural en Colombia (2.428 propietarios) poseen el 53.5% de las tierras (44 millones de hectáreas), en contraste el 55.6% de dueños de minifundios (2.3 millones de propietarios) son dueños apenas del 1.7% de las tierras (1.4 millones de hectáreas). Y peor aún, más de 655 mil hogares campesinos no tienen acceso a la tierra y siguen esperando la reforma agraria lo que hace totalmente cuestionable las labores del Instituto Colombiano de Reforma Agraria –INCORA- que tenía como función una distribución de la tierra regulada por el Estado, que además de ser totalmente ineficiente en esta labor, con la transformación en el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural -INCODER-, infiltrado por el paramilitarismo, legalizo el despojo realizado en las últimas décadas.
Ley de Restitución de Tierras
Es pertinente analizar las iniciativas de reformas que pretende realizar el gobierno de Santos, principalmente la ley de tierras y muy ligada a la de reparación de víctimas. Estas reformas que se proponen para avanzar en la solución de estos problemas, ¿si son las adecuadas o responden a los mismos intereses de las políticas que adelanto el gobierno Uribe? ¿Es viable una reforma de tierras bajo el continuismo del modelo económico impuesto al sector rural?
El eje central de la reforma de tierras y de victimas de Santos es la restitución de tierra a las víctimas. Se pretende devolver dos millones de hectáreas de tierras a las víctimas por medio de dos mecanismos principales. Primero, el de unificar varias bases de datos para crear un gran sistema de información catastral y el de invertir el orden de la prueba en donde el acusado de despojo sea el que demuestre que adquirió la propiedad de manera legitima. Además se creerá un cuerpo especial de Magistrados para el tema de restitución ubicado en el distrito para que este fuera de la presión de los grupos armados regionales.
A pesar de las buenas intenciones, estas reformas dejan muchas dudas de que en verdad vayan a llevarse a buen término de ser aprobadas. Los intereses gubernamentales van más por el lado de reorganizar los derechos de propiedad. Para garantizar una masiva inversión del capital extranjero en el sector rural para el desarrollo minero, agroindustrial y petrolero, es necesario saber legalmente a quien le pertenece la tierra para realizar su explotación.
Que garantía hay con la devolución de tierras a las victimas cuando no tienen garantías de retorno. Y no solo en términos de seguridad, sino en poder garantizar una economía sustentable. Mientras que no se ataquen aquellos actores e intereses armados y no armados que generan presión sobre estos territorios y son los causantes directa o indirectamente de los 4 millones de desplazados que hay en Colombia.
Esta política pública propuesta busca es garantizar las condiciones legales para la explotación masiva de recursos naturales. Se pretende formalizar 1.2 millones de predios rurales que hoy no tienen papales de propiedad y suman más de 6 millones de hectáreas. Medidas progresistas como la modernización al impuesto predial en el campo, para atacar al gran latifundio improductivo, con el continuismo del modelo económico imperante solo busca garantizar las relaciones capitalistas en el sector rural.
Para garantizar la economía campesina es necesario otro modelo económico que fundamente la economía agraria en la soberanía alimentaria, que el campo se convierta en la despensa de las ciudades, posibilitando garantías económicas reales al campesinado más allá del cultivo ilegal como la coca. El actual modelo económico profundiza “los problemas generados por la falta de acceso y el sistemático despojo de las tierras y los territorios con la finalidad de incorporarlos, generalmente mediante el uso de la violencia, a las dinámicas productivas capitalistas, que desconocen las necesidades de sobrevivencia, de producción de alimentos y los usos ancestrales y culturales del territorio por parte de las poblaciones campesinas, indígenas y afrocolombianas.”
Bajo el modelo actual que se aplica en la actualidad al sector rural la economía campesina no es viable. Bajo este modelo la una producción agropecuaria rentable serian los cultivos favorecidos como los del Agro Ingreso Seguro, “han sido “rentables” ficticiamente por subsidios y exención de impuestos. Este rentabilidad creada por el Estado ha fortalecido el latifundio especulativo, el 0.06% de propietarios que tienen el 63% de la tierra que está en propiedad privada.”
La política económica adelantada para compensar esa destrucción de la economía agropecuaria ha sido la búsqueda a gran escala de la economía extractiva, petrolera y minera, además de monocultivos de exportación, lesivos totalmente para la economía campesina agropecuaria y para la territorialidad indígena y afro, quienes son despojados continuamente de su territorio (la cifra de tierras despojadas alcanza los 10 millones de hectáreas según el Movimiento de Victimas de Crímenes de Estado) . Los tratados de libre comercio firmados con Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea profundizan este modelo de despojo y destruyen la producción agropecuaria.
La política agraria no responde a los intereses del país de construir una economía nacional, un mercado interno que garantice la seguridad y soberanía alimentaria. La ley de tierras y la ley de víctimas que se proponen como solución a estos problemas estructurales del campo mientras sigan enmarcadas bajo el mismo modelo económico para el sector rural no van a tener ninguna incidencia positiva para las víctimas y campesinos en general. Los problemas económicos del Estado que argumentaba el gobierno Uribe para no adelantar estos procesos de restitución a las víctimas no tienen validez. “La viabilidad no es fiscal, la viabilidad es política” .
La solución frente a esta realidad “exige la puesta en práctica de una Reforma Agraria Integral, un modelo productivo inclusivo centrado en la defensa de la Agricultura Campesina, la legalización y ampliación de las Zonas de Reserva Campesina y amplios procesos de consulta con las organizaciones de Víctimas, las organizaciones campesinas, indígenas y afrocolombianas.”
El fortalecimiento del tejido social debe ser una prioridad, las comunidades se deben convertir en formuladoras y ejecutores de las políticas que adelante el Estado en sus territorios. El reconocimiento de las Zonas de Reserva Campesina garantiza la estabilización del colono en el territorio, hay que garantizar que esta estabilización sea integral, económica, política, social y cultural. Los territorios colectivos de las comunidades indígenas y afrocolombianas deben garantizarse inembargables. Estas figuras colectivas garantizan obstáculos al latifundio y a las dinámicas capitalistas extractivas y agroexportadora.
Modelo económico y Desplazamiento forzado.
Contrario a un avance en términos distributivos de la tierra, con el auge del paramilitarismo se consolido la contra reforma agraria que ya se venía imponiendo por diversos mecanismos desde los sectores latifundistas y ganaderos ligados a la mafia. Alejandro Reyes caracteriza el impacto del paramilitarismo en distintas regiones según las estructuras agrarias anteriores al desplazamiento. En regiones como la costa atlántica donde históricamente ha habido una tradición de concentración de la propiedad de la tierra, la acción paramilitar fortaleció esta estructura agraria y la situación de marginalidad y subordinación de los campesinos. En regiones como el Meta y Caquetá, zonas de colonización campesina reciente, “los paramilitares aumentaron la movilidad migratoria de la población campesina, articulada a los cultivos ilícitos y a la compra de tierras por narcotraficantes.” En regiones de minifundio y propiedad fragmentada de la tierra no fueron de la ambición paramilitar y se conservo esta estructura anti monopólica de la propiedad.
En la actualidad es necesario plantear un modelo de desarrollo para el sector rural que garantice la economía campesina y que este integrado con el sector urbano. El desplazamiento forzado no es solo generado directamente por actores armados, sino que detrás de estos hay también presiones económicas y factores estructurales que terminan empujando al campesino hacia las ciudades.
Darío Fajardo identifica cinco espacios geográficos (“circuitos”) en donde se produce el desplazamiento: Norte-Nororiente (Bolívar, Sucre, Magdalena, Atlántico, Guajira, San Andrés, Cesar, Norte de Santander, Santander, Arauca) Centro-oriente (Cundinamarca, Tolima, Boyacá, Casanare, Meta, Guaviare, Vichada, Amazonas norte), Noroccidente (Antioquia, Caldas, Risaralda, Norte del Valle, Chocó, Córdoba), Sur-occidente (Nariño, Cauca, Valle, Quindío, Huila, Caquetá, Putumayo, Amazonas sur).
Estas regiones contienen:
1) Un sistema “árbol”, urbano, compuesto por una capital principal, ciudades intermedias y pequeños centros comerciales.
2) Un área de grandes empresas agrícolas
3) Un área de latifundios ganaderos
4) Áreas de minifundios
5) Áreas de colonización
El desplazamiento hace parte de las estructuras productivas de estas regiones. Dentro de estos circuitos las migraciones son “dinamizadas por el comportamiento de la economía y empujadas por las acciones violentas que dirigen los grandes intereses económico-políticos en torno a los recursos territoriales y el control de la población.”
Esta situación se regulariza dentro del modelo económico. La población desplazada de los campos empujados por la violencia, pero sobre todo por un modelo económico donde su existencia se ve comprometida. Si no es por medio de la economía ilegal (siembra de cultivos de uso ilícito) los campesinos, colonos y demás trabajadores de la tierra no tienen posibilidad de garantizar sus condiciones de vida. La economía centrada en el cultivo de alimentos es sustituida por la importación.
También la marginalidad en las ciudades a la que es sometido el campesino desplazado va de la mano de la liberalización laboral. La precarización del empleo encuentra como una de las causas el aumento del ejército de reserva del que hablaba Marx en el capital.
Absalón Machado propone una articulación entre lo urbano y lo rural, donde este último con un grado de modernización y modernidad se convierte en un “instrumento dinámico de articulación con el sector urbano-industrial que permitiera una transferencia de tecnología para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del campo.”
Sin embargo en Colombia el desarrollo industrial es precario, no se ha desarrollado plenamente y no permite el empleo de una gran masa de trabajadores, por el contrario Colombia tiene la cifra más alta de desempleo de Latinoamérica, 14.6% según datos del Departamento Nacional de Estadística DANE que para febrero del 2010 había un total de 3 millones 128 mil personas sin empleo, con un incremento de 298 mil desocupados más.
En este contexto económico se debe garantizar para el campesino, colono, arrendatario y demás trabajadores de la tierra la estabilización en el territorio. Además de esto se debe generar un modelo económico sustentable donde estas regiones rurales de los “circuitos” se conviertan en despensa de alimentos de las ciudades principales e intermedias, propiciando la recuperación de la soberanía alimentaria del país y garantizándole a esa gran masa de pobres rurales el acceso a estos alimentos, la seguridad alimentaria. Sin embargo como hemos analizado, con un modelo económico que privilegia la importación de alimentos (9 millones de toneladas) que atenta contra la soberanía del país, la economía campesina resulta totalmente precarizada.
Mientras no se garantice un modelo económico sustentable y democrático, que tenga en cuenta al pequeño productor, que viabilice la economía campesina por encima de la economía extractiva la agroindustria y los megaproyectos el desplazamiento se va seguir cometiendo.
IV. CONFLICTOS Y PERSPECTIVA DE DESARROLLO
Criterios para una reforma agraria moderna ¿Mercado de tierras?
Según Machado, en nuestro país el mercado de tierras en Colombia ha sido un negocio entre particulares, limitado como institución económica debido a la carencia de intervención del Estado. El mercado de tierras hace referencia “tanto a las transacciones de compra-venta como a los contratos para su uso y su alquiler. Requiere de transparencia en las transacciones, de un buen sistemas de información y coincidencias en la oferta y la demanda; debe ser competitivo e inducir a la distribución más racional de los recursos y su uso más productivo.”
En Colombia ha existido un mercado asistido de tierras principalmente en la década de los años noventa, presentándose una transferencia horizontal de tierras, es decir transferencia de propiedad asistida por el Estado entre pequeños y medianos propietarios, sin que esto pase con la gran propiedad. Los grandes propietarios antes de vender sus propiedades han aumentado sus terrenos en detrimento de la pequeña propiedad donde la violencia ha jugado un factor determinante.
El estado por medio de las políticas públicas tiene retos grandes para solucionar un problema estructural que se debe tratar integralmente, con una institucionalidad fuerte, con un presupuesto fiscal suficiente y con sobre todo voluntad política por generar cambios que permitan la democratización del campo colombiano.
Siguiendo a Machado:
1. Los derechos de propiedad deben ser la garantía para que los pequeños propietarios rurales tengan un respaldo institucional a la hora de un posible despojo. El Estado no solo debe ser mediador entre pequeños y grandes propietarios, sino que debe garantizar la estabilidad del campesino en su territorio.
2. Es necesario transformar la estructura rígida del sector rural, llamada por Machado “bimodal”, donde convive el sector moderno de pequeña propiedad con producción intensiva con la gran propiedad de tierras ociosas e improductivas.
3. Una verdadera voluntad política del Estado para transformar la inequitativa tenencia de la tierra requiere atacar institucionalmente a los poderes económicos y políticos del sector rural. El pacto entre la incipiente burguesía nacional y el sector terrateniente ha imposibilitado las transformaciones estructurales que se debieron realizar hace mucho tiempo para un pleno desarrollo social y productivo del país.
4. Es necesario trasformar la política pública que se incremento con el gobierno de Álvaro Uribe de políticas como Agro ingreso seguro o el caso de Carimagua donde se legitimaba por parte del gobierno unas políticas agrarias que privilegiaban a los propietarios que mas tenían, con el pretexto de que pueden utilizar mejor los recursos para producir riqueza. Es necesario garantizar subsidios y créditos al pequeño productor para garantizar una economía rentable e integrada con el mercado interno.
5. Parte del desincentivo para la gran propiedad debe ser una política tributaria fuerte contra los grandes tenedores. Impuestos progresivos que impongan mas cargas a la gran propiedad de tierras ociosas y las obligue a ser rentables o a vender su propiedad. El Estado debe garantizar un mercado justo y asistido entre pequeños, medianos y grandes propietarios.
6. No solo el problema es la tenencia de la tierra sino el mal uso que se le ha dado. En la actualidad, según cifras oficiales, hay casi 20 millones de hectáreas destinadas a la ganadería extensiva y apenas 4 millones a la agricultura. La producción alimentaria debe ser el eje principal de la economía rural, la producción agraria que garantice la soberanía alimentaria nacional y la seguridad alimentaria de los pobres urbanos.
7. La protección de los recursos naturales renovables y no renovables debe ser una prioridad. La economía no puede basarse en el saqueo de nuestros recursos por parte de empresas transnacionales que no pagan mayores impuestos, que no generan empleo de calidad y de lago plazo y que extraen los recursos sin dejar mayores ingresos al país y a las regiones de explotación.
8. Es necesario buscar soluciones dialogadas al conflicto social y armado buscando un escenario de construcción con la población civil y las guerrillas donde se impulsen reformas contando son el respaldo de las organizaciones campesinas.
9. La garantía de territorios colectivos para las comunidades negras e indígenas pero también para los campesinos. Las zonas de reserva campesina se deben convertir en la garantía de los campesinos colonos para su estabilización y la limitación del latifundio. La Unidad Agraria Familiar –UAF- debe regular la pequeña propiedad y garantizar su estabilidad económica.
Zonas de reserva campesina. Estabilización de los colonos.
La figura de Zona de Reserva Campesina consagrada en la Ley 160 de 1994 se ha convertido en la herramienta jurídica para garantizar el derecho al territorio de comunidades campesinas, colonos principalmente. Posibilita luchar contra el gran monopolio de la tierra y los intereses del capital transnacional sobre nuestros recursos y garantiza la tenencia de la tierra de las comunidades.
Los procesos organizativos de los campesinos, especialmente los que surgen a partir de las marchas cocaleras de 1996, se han desarrollado a partir de la demanda por la tierra y con esta figura jurídica de propiedad colectiva del territorio han logrado permanecer en él y desarrollar todo un tejido social y un desarrollo económico endógeno que ha estado a la altura del conflicto con el Estado y avanzado en la construcción de ciudadanía a pesar de los grandes intereses del capital respaldados por las políticas gubernamentales sobre estos territorios de colonización campesina y sobre el campo en general.
A pesar de la lógica neoliberal de inserción al mercado global y de adaptar al campo para estas necesidades la ley ordena que el Estado tuviera en cuanta al momento de su acción “las reglas y criterios sobre ordenamiento ambiental territorial, la efectividad de los derechos sociales, económicos y culturales de los campesinos, su participación en las instancias de planificación y decisión regionales y las características de las modalidades de producción.”
En este contexto se empiezan a incrementar la movilización campesina, principalmente cocaleros, pidiendo atención económica y social del Estado, ya que sus políticas contra los cultivos además de la sobre oferta de la producción, estaban sumiendo en la pobreza estas regiones alejadas del país que dependen del cultivo de la coca. Se desarrollan grandes protestas campesinas para el año de 1996 en las zonas cocaleras del sur del Bolívar, Cauca, Caquetá, Guaviare y Putumayo.
Esta movilización obliga al gobierno a firmar algunos acuerdos con los campesinos y además se reglamenta inmediatamente por medio del Decreto 1777 de 1996 la figura de la Zona de Reserva Campesina consagrada en la Ley 160. La figura de Zonas de Reserva Campesina pretende destinar territorios titulados colectivamente donde se haga efectivo sus derechos de acceso a la tierra y a los recursos naturales para su utilización de manera sostenible, el fortalecimiento de sus procesos organizativos debido a que la comunidad campesina se convierte en el actor fundamental que plantea y desarrolla las iniciativas con el apoyo del Estado.
“Era lograr una atención plena del Estado para sus demandas de tierras y protección para sus vidas, créditos, asistencia técnica para la producción y comercialización, infraestructuras como elementos mínimos que les garantice condiciones dignas de existencia.” Mejorando el nivel de vida de los campesinos y fortaleciendo su economía agrícola legal se reducía la necesidad y dependencia hacia los cultivos de coca. Además las ZRC reducían los factores que generaban el desplazamiento forzado ya que fortalece la economía campesina y los protegía de las acciones violentas de los grandes intereses económicos.
El proceso inicia con el establecimiento de cuatro ZRC: Primera la de El Pato en el municipio de San Vicente del Caguán, Caquetá, la segunda reserva en la Macarena, la tercera estaba ubicada en el municipio de Cabrera, lindando el Parque Natural del Sumapaz y la cuarta se estableció en la zona del río Cimitarra, municipio de Yondó, Antioquia.
La fortaleza organizativa de estas comunidades propicio y facilito el proceso de establecimiento, sin embargo no siempre se contó con la voluntad política del estado que debía ser actor principal a la hora de incentivar y financiar los proyectos que se querían llevar a cabo. Se organizaron en juntas de colonos, juntas de acción comunal y en un nivel superior en juntas interveredales.
El caso de la Zona de Reserva del Valle del río Cimitarra
El valle del río Cimitarra se ubica en el Magdalena Medio (entre el sur de bolívar, nordeste antioqueño y Santander) con una posición estratégica importante y gran riqueza de recursos naturales. Esta región ha sufrido históricamente el abandono estatal en términos de políticas públicas que garanticen la estabilidad de las comunidades campesinas. Por el contrario la acumulación de tierras y la presión de los terratenientes sobre la frontera agrícola, además del interés de multinacionales sobre los recursos naturales presentes han propiciado la exclusión y las desigualdades regionales. Es una zona histórica de colonización, donde han llegado campesinos desplazados de muchas regiones del país.
“La pobreza generalizada de grandes masas campesinas, la inexistencia de reales posibilidades de desarrollo económico y social, la precariedad de sectores claves para el desarrollo como la salud, la educación, la vivienda y los servicios básicos, la concentración de la tenencia de la tierra, la economía de enclave como una posibilidad de subsistir, entre otros fenómenos, son de por sí factores estructurales generadores de conflicto en la región.”
La Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC) es la forma organizativa de los campesinos colonos de esta región que ha orientado la ocupación y uso del territorio, al igual que ha impulsado la propuesta de ZRC y se ha convertido en un interlocutor directo. Nace a partir de las movilizaciones de 1996 donde campesinos cocaleros exigían atención por parte del Estado y soluciones reales que propiciaran el desarrollo integral de estas regiones.
El gobierno de Samper firmo el acuerdo de Mayo de 1996 y el de Pastrana el de Octubre de 1998 donde el Estado adquiría compromisos políticos, económicos y sociales que no fueron cumplidos.
En este contexto el proceso organizativo avanzo en la región y empezaron a plantear la necesidad de la ZRC como fórmula que articulara la región a un desarrollo estable para las comunidades campesinas que estaban establecidas allí y que han venido siendo desplazadas a lo largo del conflicto. Con esto empezaron un empoderamiento de su territorio, de sus recursos, una participación social y política que se vio reflejada en la articulación de las juntas de acción comunal que se convirtieron en el gobierno de la región.
Esta lucha por la defensa de su territorio no se pudo a ver llevado sin la fortaleza con la que se ha llevado a cabo la organización campesina. Desarrollando procesos solidarios y comunitarios, fortaleciendo el tejido social, desarrollando una economía estable y creando normas de convivencia comunitaria que permita vivir y proteger a su comunidad en el medio del conflicto armado.
Esta empoderamiento de la población campesina enmarcados en la propuesta organizativa y política de la ACVC desarrollaron avances en la construcción de la ZRC como lo es el Plan de Desarrollo Sostenible. “El conocimiento y experiencia de los líderes de la ACVC, la realización de diagnósticos comunitarios veredales y un gran taller regional desarrollado en el municipio de Cantagallo se constituyen en las bases de la Planificación Participativa para la construcción de esta propuesta regional.”
Se desarrollaron 5 ejes temáticos en el plan de desarrollo: político, derechos humanos, desarrollo económico, educación y cultura, medio ambiente y salud. Enfocados en estos se desarrollaron 7 programas con sus respectivos proyectos: Desarrollo Agropecuario y Forestal, Dotación de Infraestructura Básica, Dotación de Servicios, Redistribución y Formalización de la Tenencia de la Tierra, Recuperación y Protección Ambiental, Difusión del Estado Local Seguimiento y Control y Derechos Humanos. Estos proyectos se plantean la realización para 4 años y para ello se pide la financiación estatal.
La ACVC ha realizado toda una organización, propuestas y regulación de esta zona, orientando temas como la tala de bosques sosteniblemente, debido a que la comercialización de madera es de las pocas opciones productivas que les quedan a los campesinos al igual que el cultivo de coca.
Por lo tanto esta comunidad por medio de su Asociación Campesina ACVC ha logrado cierta legitimidad en la demanda de la Zona de Reserva Campesina que en la actualidad no está constituida legalmente, pero sus principios orientadores están siendo desarrollados.
CONCLUSIONES
- A pesar de que la propuesta de Zona de Reserva Campesina se ha venido llenando de contenido desde las comunidades, articulado a un modelo alternativo de tipo económico, social y político, ha entrado en contradicción con la visión institucional de política pública agraria, articulada a un modelo de desarrollo que en la actualidad privilegia el extractivismo, los megaproyectos y los mono cultivos, antagónicos a la protección de la economía campesina.
- Aunque la problemática agraria ha tenido un desarrollo histórico donde se establecen diferentes políticas de reforma agraria desde el Estado, en la realidad la organización agraria mantiene las problemáticas estructurales.
- Una política agraria en la actualidad no solo tendría que tocar la distribución de la tierra, sino hacer transformaciones estructurales de tipo cultural, social, económico que se encuentran arraigadas en la caduca estructura rural. Por lo tanto se debe realizar una transformación de todas las relaciones que están articuladas alrededor de la tierra, cuyos conflictos no han sido solucionado por las vías institucionales, sino que ha mediado la expresión violenta del conflicto social. Por lo tanto en la actualidad el gran latifundio ha sido privilegiado desde las políticas estatales, dando alternativas secundarias a la mediana y pequeña propiedad.
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Tomado de: Agencia Prensa Rural