miércoles, 30 de enero de 2013

¿Hay o no crisis cafetera en el Huila?

Por: Andrés Felipe González Díaz
La caída en el precio y el bajonazo en la producción han afectado fuertemente los bolsillos de los caficultores del departamento. La denominada crisis ha tocado fondo, dicen los agricultores y por eso irán a paro en un mes. Sin embargo el gremio en el Huila asegura que no la situación es coyuntural.
Ayer la carga de café en Neiva se pagó a 523.500 pesos, exactamente 345.000 pesos menos que hace un año cuando el precio del café empezaba a caer. El precio realmente, dicen los caficultores, no da ni para pagar los costos de la producción y es allí donde se conjura el eje central de lo que ellos denominan hoy como crisis cafetera.
Y no es para menos, hace 14 meses la misma carga se pagaba a más de 900.000 pesos y hace 2 años sobre el millón, un precio que se mantuvo durante muchos años y en el que los cafeteros veían las ganancias.
¿Por qué se cayó el precio? Bueno realmente son muchos factores, empezando por la tasa de cambio. Entre más bajo esté el dólar, más barato se cotiza el café internacionalmente y por ende, se paga más barato. Ayer por ejemplo, el dólar cerró a 1.779.75, mientras la libra de café se cotizó a 149,00 centavos de dólar.
De ahí que hoy en el Comité Nacional de Cafeteros, que se realizará en Bogotá y que tendrá además de la participación de los miembros de la Junta Nacional de la Federación, a los presidentes de los diferentes comités departamentales y del presidente Juan Manuel Santos; los cafeteros los propondrán al Gobierno que acepte que el país vive la llamada ‘enfermedad holandesa’*, con el fin de establecer medidas para frenar la tasa de cambio baja que existe, que el Banco de la República intervenga, para que el dólar suba a por lo menos 2000 pesos y en ese sentido, aumentar el precio del café.
Pero esta es solo un apéndice de la crisis que llevó a los cafeteros del país a anunciar un paro nacional el próximo 25 de febrero. El otro aspecto importante es el climático, que aunque no se puede controlar, como sí la tasa de cambio, puede prevenirse a través de programas de restitución y renovación de cafetales por variedades resistentes a los efectos de los fenómenos de la Niña o el Niño como la roya o la broca. Y desafortunadamente en el Huila, la afectación por estos factores ha sido grande en los últimos años, así como en el país.
Todo inició en el 2008 cuando solo el 20% de la siembra del Huila tenía variedades resistentes a la roya. Eso hizo que los efectos de las lluvias y el fuerte verano del 2009, generaran que más del 50% de la producción se cayera. Aún así los programas de renovación y reconversión aumentaron al punto que el departamento hoy es líder en el país, sin embargo eso no impidió que el año pasado la producción a nivel nacional cayera el 1%, es decir 65.000 sacos menos del grano se cosecharon.
El efecto directo se vio reflejado en los ingresos. La cosecha del 2012 fue de 3 billones 400 mil pesos, 1 billón menos que la del 2011, debido a los bajos precios de la cotización del grano en el exterior.
Las exportaciones también se vieron reducidas. Un total de 7 millones 200 mil sacos se exportaron en el 2012, un 7% menos que en el 2011, lo que igual repercutió en los ingresos, pues menos café a menor precio dejó un 25% menos de recursos para los caficultores.

El paro
Todos estos factores han despertado desde luego el malestar de los caficultores que ven cada día cómo sus deudas se hacen más difíciles de ser pagadas, su inversión de ser recuperada y sus ingresos caídos.
El efecto colateral principal se ve reflejado en el paro anunciado. El pasado lunes, en Asamblea Nacional de Cafeteros, los productores de 12 departamentos (Antioquia, Santander, Quindío, Tolima, Valle, Cauca, Nariño, Huila, Caldas, Cesár, Risaralda, entre otros) se reunieron para expresar sus molestias frente a este panorama y establecer un pliego de peticiones que esperan que el Gobierno asuma y cumpla para buscar una salida a la crisis.
En tal sentido reafirmaron aspectos como mejorar el precio del café, a por lo menos 1 millón piden; reducir los precios del valor de la siembra, así como el de los insumos, entre ellos los fungicidas; el freno a la minería en sectores donde se afecta el agua, que además es uno de los causantes de la enfermedad holandesa; entre otros.

Peticiones exploradas
Y ese listado de solicitudes será analizado hoy precisamente en el Comité Nacional de Cafeteros. Para Fernando Castro Polanía, delegado por el Huila al Comité Directivo y Comité Nacional de Cafeteros, cada uno de estos aspectos será analizado en el encuentro con el presidente Santos. Aseguró que el gremio es consciente de cada una de estas dificultades por las que atraviesa la caficultura en el Huila y en el país y en ese sentido indicó que abogará por soluciones para los productores.
Castro Polanía señaló que se propondrá un precio base de 650 mil pesos, además de la opción que el gobierno reconozca la enfermedad holandesa, para que en ese sentido se tracen acciones encaminadas a mejorar la tasa de cambio y el precio de cotización del grano.
Agregó que igualmente se pedirá al Gobierno, en cabeza del presidente de la Federación, Genaro Muñoz, la entrega de subsidios para el mejoramiento del cultivo y la sanidad, aunque reconoció que este sentido, del subsidio del 100% del valor del fungicida entregado el año pasado por el Gobierno a los caficultores como estrategia para superar la crisis generada por el cambio climático, solo el 86% de los productores del departamento han hecho uso de este beneficio y el restante 14% aún no, situación similar que se vive en el resto del país y que será una de las salidas del Gobierno ante situaciones como el precio de los insumos.

“Seamos objetivos”
Pero el dirigente gremial también es crítico con el propio sector y dice que en medio de la situación actual que vive la caficultura huilense y nacional, hay algunas personas que están pescando en río revuelto para su beneficio personal, a cambio de crear zozobra entre los productores con una panorama más oscuro de lo que es. Aseguró que los intereses de otra índole han aparecido, lo que ha hecho que la crisis hoy no sea vista objetivamente, es decir, no como algo coyuntural sino como algo generalizado.
Posición en la coincidió el director ejecutivo del Comité Departamental de Cafeteros, Héctor Falla, para quien no existe una crisis sino unos malos resultados productos de unas situaciones de momento.
El dirigente gremial señaló que hay un total desconocimiento entre los líderes de la protesta de la verdadera situación de la caficultura en el país, pues aunque el panorama parecer gris, todo apunta a que este año la producción llegará a los 10 millones de sacos, gracias a la cosecha que arrojarán los cultivos renovados en el 2009. De hecho el rendimiento en diciembre de 2012 fue buenísimo en comparación de los últimos meses lo que es ya un buen indicador.
Agregó que los intereses políticos que se mueven alrededor del movimiento de protesta han hecho que muchos caficultores no estén plenamente enterados de la situación real y de los beneficios, subsidios y estrategias trazadas para mitigar el impacto de la crisis.

Panorama alentador
Y es que las cifras demuestran otra cara de la crisis. Huila demostró en el 2012 que no fue una coincidencia que en el 2011 fuera el primer productor de café en el país por encima de Antioquia. El año pasado el departamento se consolidó como líder en casi todos los indicadores de la economía cafetera. Producción, siembra, exportación fueron algunos de los factores a favor, salvo el de número de familias cafetera donde es tercero.
Lo bueno, dice el Director Ejecutivo del Comité Departamental de Cafeteros, es que los procesos de reconversión y renovación han aumentado considerablemente en los últimos 4 años, al punto que en el 2016, la producción cafetera del Huila será muy superior a la actual, lo que augura que seguirá siendo el primer productor.
En el 2012, Huila representó el 16.3% de la producción, un 2.07% más que Antioquia que representó el 16.03%, aumentando así la brecha con dicho departamento, pues en el 2011 la diferencia fue solo de menos de 1%.
En número de hectáreas sembradas el Huila también es primero con 900 hectáreas más producidas que Antioquia, superando las 101.13 has.
En renovación las cifras también nos favorecen. De las 120 mil hectáreas que se renovaron en el país, el Huila aportó una sexta parte con 20.023 hectáreas, con 103 millones de árboles sembrados en variedad castillo, lo que entre otras cosas, además de mejorar la producción un 30%, reduce el impacto ambiental, pues permite que se gasten 20 mil litros menos de fungicidas.
Gracias a esta renovación se espera que este año el rendimiento de la producción sea de 13 sacos por hectárea lo que permitirá que el volumen total sea de 10 millones de sacos, superando los 7 millones 744 mil que se produjeron en el 2012.
En este sentido, el panorama resulta alentador para el departamento, pues mientras hace 5 años, en el 2008, solo el 20% de la siembra estaba representado en cafetales resistentes, el indicador ha aumentado a niveles agigantados, lo que quiere decir que hoy la cifra del total de árboles sembrados con variedades resistentes como la castilla, está cercano al 50%. Desde este año y por los próximos, este indicador generará un aumento notable en la producción, siendo este y los próximo 4 años los de mejor proyección en los últimos años.
El único aspecto en el que aún no es líder el departamento es en el número de familias cafeteras. Cauca es primero con 95 mil familias, seguido por Antioquia que tiene 90.000 y tercero Huila con 77.000, aunque una regla de la Federación que compara número de familias por producción, pone al Huila en el segundo lugar por mayor volumen producido.

*Qué es enfermedad holandesa
La enfermedad holandesa, es un síndrome macroeconómico de efectos adversos en la economía, originado por el auge de la exportación primaria de un recurso sobre el cual el país tiene ventajas comparativas. Esto genera que el país experimente un crecimiento inesperado en sus ingresos en divisas y que por ende la moneda local se revalorice o aprecie, generando una caída comparativa sobre el dólar y de paso una disminución en la competitividad de la industria.
El término de enfermedad holandesa se da por el deterioro de la economía de ese país en la década de los 60, como consecuencia de la explotación de yacimientos de hidrocarburos en el Mar del Norte. Eso hizo que el florín holandés, moneda de ese país, se revaluara, afectando las exportaciones no petroleras. En el caso colombiano, uno de los factores que ha influido en esta situación es la minería, revalorando el peso y afectando las exportaciones, en este caso del café.
 
Comparativo precio café
En enero de 2013, la carga se paga a 523.500 pesos, 345.000 pesos menos que hace un año cuando la carga de grano se compraba a $878.500 en las cooperativas de caficultores del Departamento. En diciembre del 2011, el precio era de $917.375. Así ha caído el precio del grano.

30 de noviembre de 2011 $950.750
2 de diciembre de 2011 $917.375
4 de enero de 2012 $878.500
31 de julio de 2012 $631.125
9 de octubre de 2012 $592.875
29 enero de 2013 $523.500

Tomado de: http://www.opanoticias.com

lunes, 28 de enero de 2013

La soberanía alimentaria y la voracidad del capital




Por: Asociación Campesina de Antioquia / Sábado 4 de noviembre de 2006


En nuestro país es evidente la lucha que a través de la historia han dado las comunidades rurales por permanecer en sus territorios, lucha en la cual ha estado implícita la defensa por la soberanía alimentaria, ya que esta es una de las necesidades fundamentales para cualquier comunidad humana.
A la hora de plantear el tema de soberanía alimentaria, la misma legislación colombiana se ha quedado corta al retomar solo lo que respecta a la seguridad alimentaria, tal como lo podemos constatar en lo expuesto por la Asamblea Nacional Constituyente en 1991: “el grado de garantía que debe tener toda población, de poder disponer y tener acceso oportuno y permanente a los alimentos que cubran sus requerimientos nutricionales, tratando de reducir la dependencia externa y tomando en consideración la conservación y equilibrio del ecosistema para beneficio de las generaciones futuras”. Aquí se reconoce únicamente a los alimentos como algo necesario para el buen desarrollo de la población.
Sin embargo, la anterior definición no esclarece cómo sería la consecución de los alimentos, en manos de quién estarían y cómo sería la calidad de los mismos, así como la propiedad y manejo que se le de a las semillas nativas. Es necesario considerar que al perder los campesinos la propiedad sobre estas y no poder producir, quien las tenga contará además con todo el poder para manejarlas a su antojo. Así lo plantea el propio George Bush: “Es importante para nuestra nación cultivar alimentos, alimentar a nuestra población. ¿Pueden ustedes imaginar un país que no fuera capaz de cultivar alimentos suficientes para alimentar a su nación? Sería una nación expuesta a presiones internacionales, una nación vulnerable y por eso cuando hablamos de agricultura, en realidad hablamos de una cuestión de seguridad nacional”.
Más allá de la seguridad alimentaria
La seguridad alimentaria en última instancia depende de una política de soberanía alimentaria; pero, como se plantea desde la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, ambos términos tienen a confundirse. No se puede considerar que el solo hecho de ver los alimentos ofrecidos en las grandes cadenas de supermercados, de propiedad de las grandes multinacionales, es tenerlos ya garantizados para toda la población. En la declaración de la Asamblea no se aclara cómo se conseguirían esos alimentos; y esto es sobre todo importante en momentos cuando el poder adquisitivo de la población cada día es más bajo y constantemente se imponen más impuestos a los productos de primera necesidad. Aquí entendemos la soberanía alimentaria como un derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agropecuarias y alimentarias de manera acorde con sus contextos ecológicos, sociales y culturales. Esto, desde luego, implica el derecho a la alimentación y a la disposición de alimentos, pero va más allá y se planta en el escenario democrático, donde las comunidades y los pueblos deciden y construyen colectivamente las posibilidades de mantenerse y proyectarse a sí mismos en armonía con sus propios proyectos de vida.
Por eso al hablar de soberanía alimentaria estamos yendo más allá de una simple propuesta de seguridad alimentaria. Y es que con la consolidación del modelo de desarrollo que se viene implementando en Colombia, el hambre se convierte en una estrategia para garantizar luego el consumo de los productos extranjeros que se quieren imponer a toda costa. Es posible que, gracias a la realidad de hambre que esta política desata sobre los colombianos, en algún momento podremos llegar a conformarnos con la idea de que es suficiente tener garantizada la seguridad alimentaria.
Pero, ¿seguridad para quién? ¿Para qué? ¿Seguridad en medio de la pérdida de nuestra soberanía? ¿Seguridad sin poder decidir qué hacemos y qué producimos? Seguridad para perpetuar un sistema y controlar las comunidades. Para poder garantizar la consolidación de este modelo de desarrollo el estado colombiano continúa implementado planes estratégicos que van en deterioro de las comunidades, como el Plan Colombia y el Plan Patriota, con los cuales se han incrementado, por ejemplo, las fumigaciones para erradicar los cultivos ilícitos y para avanzar, según el estado colombiano, “cada día más en la ocupación lícita y pacífica del territorio colombiano, como condición necesaria para la derrota final del terrorismo”. Pero lo que no se tiene en cuenta es que el estado no está implementando planes de contingencia que garanticen la sustitución de cultivos de los campesinos y sobre todo no garantiza que los cultivos que están sembrados de pancoger no se vean afectados. Igualmente, con esta estrategia se están esterilizando las tierras fértiles para la producción agrícola, donde la siembra de productos como el maíz, el trigo, la papa, entre otros, van desapareciendo, para que estos tengan necesariamente que ser importados.
Así pues, cada vez nos especializamos en consumir las sobras de las grandes potencias. Además de estar recibiendo productos tratados genéticamente, los denominados productos transgénicos. Los transgénicos, producto de la biotecnología, son organismos modificados genéticamente, es decir, son el resultado de un proceso tecnológico en el que a un organismo originario se le injertan genes de otras especies para generar en él propiedades ajenas a su estructura natural, tales como la resistencia al frío, a ciertas plagas, etc. También se le introducen nuevas propiedades como provitaminas o se dotan de vacunas contra las enfermedades que podrían atacarlos, haciéndolos más resistentes.
En apariencia, son muchas las ventajas que podría aportar la biotecnología para la producción de alimentos en grandes cantidades y con propiedades que redundarían en su calidad. Pero también se han denunciado posibles consecuencias de inmensas repercusiones en la salud humana, que sin embargo, no han sido suficientemente atendidas ni por los gobiernos, ni por las multinacionales ni por la comunidad científica, la mayoría de las veces al servicio de estas mismas multinacionales.
Al contrario, sobre todo en los países subdesarrollados, este tipo de producción ha sido bien impulsada por los gobiernos. Como ejemplo podemos citar al ministro de Agricultura en Colombia que afirmaba en una entrevista concedida al periódico El Espectador lo siguiente: “Colombia debe de meterse en este proceso. Se deben quitar los mitos con respecto a los organismos genéticamente modificables. No existe evidencia científica que demuestre que los transgénicos generen problemas de salud en los humanos”.
Es cierto que no existen estas evidencias; pero también es cierto que las investigaciones científicas que podrían dar luces en este sentido tampoco se han desarrollado al mismo ritmo en que se desarrolla la producción y el mercado de estos productos modificados genéticamente, e incluso han sido torpedeadas en distintas ocasiones por las multinacionales de los transgénicos, haciendo uso de su poder desmesurado. Y eso crea ya un interrogante ético para el modelo, pues pareciera más urgente e importante abrirle posibilidades de mercado y rentabilidad a las transnacionales de los transgénicos que asegurar el bienestar y la salud de la gente.
Aparte de esquivar el interrogante ético acerca de la responsabilidad sobre la salud de la gente con la introducción a ciegas de los productos transgénicos, lo que no se tiene en cuenta es que las presiones que están ejerciendo los países capitalistas desarrollados y sus multinacionales para que se acepte la introducción de estos "nuevos productos" redundará en un aumento de la dependencia alimentaria y sobre todo de los productos transgénicos producidos por las mismas multinacionales agroquímicas. Estas, después de haber empujado al fracaso a la agricultura mundial, ahora argumentan que sus transgénicos "salvarán del hambre a la humanidad".
Para comprender la dimensión de la dependencia a la que nos empujan solo basta mirar que la empresa multinacional Monsanto tiene el 80% del mercado de las plantas transgénicas, seguida por Aventis con el 7%, Syngenta (antes Novartis) con el 5%, BASF con el 5% y DuPont con el 3%. Estas empresas también producen el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas comerciales.
Las evidencias de la dependencia alimentaria
Partiendo de todo lo anterior se pueden plantear a través de los siguientes datos los altos niveles de dependencia que hoy tenemos y la capacidad productiva que el país ha venido perdiendo. Este proceso podemos decir que se inició con el aumento de las importaciones que se ha sostenido desde la implementación de la apertura económica, que, al parecer, tenía como propósito reducir las posibilidades de producción y aumentar las importaciones de productos agrarios. Esta política, a pesar de los resultados evidentes y desastrosos, se consolida hoy con la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLC).
Las importaciones de alimentos pasaron de 800 mil toneladas en 1991 a siete millones de toneladas en 1998, lo que refleja un incremento anual superior al 21%. Ello significó para el país una pérdida aproximada de 10 mil millones de dólares; en este mismo periodo se dejaron de cultivar un millón de hectáreas.
Entre 1990 y 1998 las compras externas de maíz, cebada, trigo y soya sumaron 17’879.000 toneladas y las de todos los productos agrícolas en el mismo periodo más de 26 millones de toneladas. Al mismo tiempo se observa entre 1990 y 2000 que la producción de trigo por habitante se redujo en 69%, la de arroz en 13%, la de cebada en 87%, la de maíz en 13% y la de papa en 12%. Esto muestra cómo se ha ido perdiendo paulatinamente la soberanía alimentaria de la población desde la apertura económica; lo peor es que lo poco que se produce en la actualidad terminará de perderse al entrar en vigencia el TLC, dado que este se plantea sencillamente como una profundización de las políticas de apertura económica iniciadas por el gobierno de César Gaviria hace 15 años. Los resultados han sido contundentes: para 1991 las importaciones agropecuarias llegaban a 377 millones de dólares y para el 2001 alcanzaron la cifra de 1.635 millones de dólares, lo que equivale a un incremento del 334%.
Al mismo tiempo, los cultivos que se dedican a la exportación como el banano y la palma aceitera han ido aumentando sus áreas de siembra.
Por ejemplo, la palma de aceite pasó de utilizar en 1990 88.688 hectáreas a 169.566 en el 2005, y el área de siembra de banano de exportación pasó de 30.350 hectáreas en 1990 a 43.380 hectáreas en el 2005.
La dinámica del desarrollo productivo en el campo desde 1990 hacia acá ha sido claro: la superficie agrícola del país se redujo al tiempo que cambió el uso de la tierra. Los cereales y las oleaginosas de ciclo corto fueron los cultivos que más redujeron el área, los cereales pasaron de 1’742.000 a 1’099.200 hectáreas entre 1990-1997, lo que representa una disminución de 37% en siete años. En arroz se dejaron de cultivar más de 131 mil hectáreas, en maíz 263 mil hectáreas y entre sorgo, cebada y trigo otras 248 mil hectáreas.
Como se ve, las políticas neoliberales implementadas por el estado colombiano desde 1990 no solo no garantiza la soberanía alimentaria del país sino que han marchado en contravía con los planteamientos postulados al respecto en la Asamblea Nacional Constituyente, que, aunque no avanzaba definitivamente hacia la soberanía alimentaria, sí estipulaba la necesidad de reducir la dependencia externa en materia de producción de alimentos. El modelo neoliberal, por el contrario, ha agudizado esta dependencia y amenaza con llevarla al extremo.
El sentido de la confrontación y el reto de las comunidades
No podemos olvidar que todo este panorama desolador es resultado de unas políticas planteadas e impuestas por los Estados Unidos no solo a Colombia sino a toda Suramérica desde la época posterior a la segunda guerra mundial. En la concepción de los gobiernos norteamericanos, estos países tienen la misión de garantizar el modus vivendi de los estadounidenses y sobre todo de sus capitalistas, apropiándose ellos de toda forma de vida y subsistencia de las comunidades latinas. Para garantizarlo ha negociado con o impuesto a los gobiernos latinoamericanos una serie de estrategias que van desde la adopción de constituciones neoliberales, políticas de estabilización económica, aperturas comerciales y financieras, pasando por la apertura económica de Gaviria hasta llegar al TLC, que se plantea como punto de afianzamiento del flujo constante de la riqueza de nuestros países hacia el Norte.
Son muchas las consecuencias que traerá para el país la firma del TLC, especialmente para las comunidades rurales, quienes continuarán en un detrimento acelerado, en lo que respecta a la posibilidad de producir, consumir, comercializar y garantizar su permanencia en los territorios.
Hoy los intereses para poder garantizar la sostenibilidad de este sistema se concentran, básicamente en la apropiación de los recursos naturales como el agua, el petróleo y la biodiversidad, lo que se traduce en una lucha constante por el territorio.
Esto en últimas plantea la confrontación entre un modelo de desarrollo propuesto por los Estados Unidos y por las multinacionales para el continente a fin de apropiarse de sus riqueza de forma expedita y el modelo de desarrollo que vienen construyendo las comunidades agrarias para garantizar un mínimo de soberanía alimentaria y aprovechamiento sustentable de los recursos económicos en medio de las profundas dificultades.
Frente a lo avasallante que parecen estas estrategias y al compromiso casi ciego de nuestra clase política con ellas, quedan retos claros de confrontación por parte del campesinado y en general de todas las organizaciones populares en el país, pues el problema de soberanía alimentaria no puede reducirse a un problema campesino, ya que se pone en vilo la capacidad de subsistencia de todos los pobres. Las estrategias de confrontación para ser eficaces tendrían que avanzar hacia terrenos propositivos que permitan construir nuevas realidades aún en medio de climas políticos tan desfavorables como el que enfrentamos. Entre esas nuevas construcciones deben sobresalir:
- Fortalecer propuestas productivas alternativas con enfoque agroecológico, basadas en el manejo de la biodiversidad, de tal forma que permita al pequeño productor fortalecer su soberanía alimentaria y adicionalmente generar excedentes que apoyen la economía local.
- Fortalecer el proceso de recuperación, conservación y defensa de semillas nativas.
- Fortalecer la organización campesina y sus vínculos con las demás organizaciones populares como una estrategia para fortalecer la soberanía alimentaria.
- Fortalecer el tejido social y comunitario que lleve a la movilización de los sectores campesinos, negros e indígenas en contra de las multinacionales y los alimentos transgénicos.
- Mercados campesinos y centros de acopio.
- Construcción de redes de intercambio: de productos, de semillas, de saberes.
- Y tal vez el reto más inmediato y de mayor alcance consiste en dinamizar las luchas por la recuperación de la tierra por parte de los productores directos, indígenas, negros y campesinos, de tal manera que esta sea puesta efectivamente en función de los proyectos de vida de estas comunidades y pueda sustraerse a la dinámica internacional impuesta por el mercado y su división internacional del trabajo.
Tomado de: http://www.prensarural.org

domingo, 27 de enero de 2013

Colombia - La Miseria del Oro


Las Zonas de Reserva Campesina (ZRC) en Arauca

Visita técnica del Incoder a la ZRC Aires de Paz, Panamá de Arauca, 14 de diciembre de 2012
Las Zonas de Reserva Campesina (ZRC) en Arauca
Una alternativa para la protección del territorio ante la voraz explotación petrolera
Domingo 27 de enero de 2013 Por: Luz Perly Cordoba
El proceso de sensibilización para la creación de Zonas de Reserva campesina en Arauca, se inició a mediados del año 2012 por la Asociación Campesina de Arauca ACA, con la realización de 19 talleres en seis de los siete municipios del Departamento.
Durante el desarrollo de los talleres de sensibilización a los que asistieron cerca de 600 líderes comunales y campesinos, se abordó con mucha preocupación la declaración de zona de interés petrolero, hecha por el gobierno departamental, donde se establece que no habrá ningún lugar del departamento donde no haya procesos de exploración y posterior explotación de hidrocarburos.
La explotación petrolera inicio en Arauca en el año 1983 y desde entonces no se conoce más que desastres naturales, militarización y miseria que ha dejado la actividad petrolera para la población campesina, pues las migajas de las mal llamadas regalías petroleras se han quedado en los bolsillos de la clase politiquera corrupta de la región.
Manifestaban los campesinos que llevan 30 años, conociendo y sufriendo las nefastas consecuencias de la explotación petrolera del proyecto Caño limón y otros más recientes como capachos y caricari, por lo que era impensable que ahora sea diferente de hecho, las presiones sobre los parceleros para que desalojen sectores que están pedidos en concesión para exploración y explotación son evidentes, y de ello dan cuenta los constantes y permanentes bombardeos, los empadronamientos y hostigamientos por parte de la Fuerzas militares que generan terror en la población.
Otra clara muestra del interés que tienen de desalojar a los campesinos de sus parcelas es la negativa del INCODER regional de titular los baldíos que desde hace más de 30 años ocupan y trabajan, pues con múltiples excusas les están negando un derecho adquirido sobre la tierra y “coincidencialmente” en los lugares que se niegan las titulaciones es donde hay solicitudes de concesiones petroleras; tan grave es la situación que un alto porcentaje de las escuelas del departamento están sin títulos, porque fueron construidas al igual que las parcelas campesinas en terrenos baldíos e igualmente el INCODER regional ha negado los títulos, condenando a dichos establecimientos a la exclusión de cualquier asignación presupuestal por parte de las administraciones municipales y departamentales.
En este panorama la propuesta de Zona de reserva campesina en Arauca, tuvo una total acogida por parte del campesinado que ve en esta, una herramienta legal y legítima para proteger y ordenar el territorio, la pequeña parcela campesina y los recursos naturales. De otra parte las ZRC se convierten en una opcion para adelantar un verdadero desarrollo comunitario sustentable desde las comunidades históricamente organizadas. En el proceso de sensibilización, se proyectaron cinco Zonas de reserva campesina en el departamento de Arauca de las cuales dos estarán el municipio de Arauquita, una en el municipio de Fortul, una entre los municipios de Fortul y Tame y una entre los municipios de Arauca, Arauquita, Tame y Puerto Rondón, igualmente se conformaron comités de impulso en las cinco ZRC proyectadas.
Como resultado del arduo trabajo comunitario y el interés en avanzar con las Zonas de Reservas campesinas en Arauca, se solicitaron las visitas técnicas al INCODER nacional, como primer paso para poder iniciar el proceso formal de constitución de las mismas.
El 14 de diciembre de 2012, con mucho éxito se realizó la visita técnica para la ZRC Aires de Paz en la localidad de Panamá de Arauca. A dicha visita asistieron 450 delegados de 71 veredas que conforman la ZRC, igualmente hicieron presencia el Director del INCODER regional Arauca, El coordinador nacional de Zonas de Reserva campesina del INCODER, la Directora de la Corporación jurídica Humanidad Vigente, la Coordinadora de la Federación Luterana Mundial en Arauca, un representante de la Coordinadora estudiantil para asuntos Rurales CEAR de la Universidad Nacional de Bogotá, varios concejales y un diputado.
En la asamblea de visita técnica, se expuso el trámite formal que deben adelantar las comunidades para constituirse en ZRC y a su vez los campesinos manifestaron sus inquietudes y preocupaciones respecto del desaforado otorgamiento de concesiones para explotación de hidrocarburos, sus derechos a la tierra y los procesos de titulación de baldíos así como su compromiso con la constitución y fortalecimiento de la ZRC Aires de Paz. En el año 2013 la Asociación Campesina de Arauca ACA, continuara impulsando la constitución de las ZRC proyectadas


Tomado de http://prensarural.org

De nuevo, Zonas de Reserva Campesina


Todos los intentos de reformar la estructura agraria han fracasado. Desde el gobierno de López Pumarejo hasta el de Andrés Pastrana no se ha hecho nada distinto a titular baldíos, una estrategia pragmática, dada la radical oposición de los latifundistas —armada unas veces, parlamentaria otras— a ceder un centímetro de lo acumulado bajo todas las formas de adquisición Por: Alfredo Molano

Entre 1930 y 1970 se adjudicaron unos 11 millones de hectáreas. Las pocas tierras tituladas a los colonos, siempre por intermedio de gamonales y contraprestaciones electorales, terminan en manos de los terratenientes por la mera lógica del mercado. Los colonos entran en bancarrota por las deudas con los comerciantes, que les han vendido caro lo que necesitan para hacer mejoras y comprado barato las cosechas que sacan a la plaza. Cuando el Estado titula, facilita la venta de mejoras a los hacendados y beneficia a los bancos. Así, la colonización es, en realidad, una avanzada del latifundio.
Pasará algo muy parecido con las tierras que el Gobierno logre restituir. Una vez devuelto y titulado el predio, el campesino puede entrar en una de esas siniestras Alianzas Productivas, o venderle —a las buenas o a las malas— a un gran propietario de la zona. En cualquier caso, la titulación es una forma de intermediación para que todo siga igual. En diez años, y habida cuenta del impulso que los gobiernos les darán a las zonas de desarrollo empresarial y a la expansión de la agroindustria, los predios restituidos caerán de nuevo en manos de los terratenientes. Cosa de tiempo. De poco tiempo.
¿Cómo frenar esta dinámica? En 1994, la Ley 160 creó la figura de Zonas de Reserva Campesina (ZRC) como una talanquera —igual que los resguardos indígenas o los consejos territoriales— para proteger a los campesinos y evitar que continúen tumbando montaña o se conviertan en asalariados rurales o urbanos. La pieza clave de esa reforma es la Unidad Agrícola Familiar (UAF): la cantidad de tierra necesaria para sostener con dignidad —y dar trabajo— a una familia nuclear. Uribe y Santos han querido liquidar este concepto de UAF para titular los baldíos a grandes empresas nacionales o transnacionales. En pocas palabras: para impedir que la tierra continúe concentrándose no hay solución práctica distinta a la creación de ZRC. Ello equivale, más que a una reforma agraria clásica, a un reordenamiento territorial de carácter social y ambiental. La campesina no es solo una economía, es, ante todo, una cultura y por tanto para sobrevivir supone un territorio específico donde esté proscrita la concentración de la tierra. Una familia campesina puede comprar o vender una UAF, pero ningún particular puede comprar dentro de las ZRC varias fincas para hacer una hacienda. Es el principio básico. En lugar de esas nefastas y tramposas Zonas de Consolidación, controladas por la inteligencia militar para excluir campesinos y manejar recursos sociales con fines militares, el Gobierno debe soltar la tierra, como dice Darío Fajardo. Acordar con las Farc y con el Eln la creación de amplias ZRC en regiones fértiles y no en peladeros; desarrollar programas de crédito subsidiado tal como lo hace para la agroindustria de biocombustibles; contratar la construcción de vías con comunidades campesinas y no con ingenieros militares. Las Reservas Campesinas no podrían echar raíces ni sostenerse a la larga sin ser complementadas con mercados campesinos que se brinquen la intermediación especulativa entre cultivadores y consumidores. Todo esto se ha dicho; todos son programas legales y factibles. Y serían, si de verdad se quiere aclimatar la paz, una de las garantías más sólidas para cambiar fusiles por votos y tatucos por azadones. Se oirán las voces de los generales sindicando a las ZRC de Repúblicas Independientes y los gritos de los dirigentes gremiales acusándolas de violar el sagrado recinto de la propiedad privada y de atentar contra la libertad de mercado

Tomado de: http://www.elespectador.com

viernes, 25 de enero de 2013

Piedras Tolima

Estas fotos, fueron tomadas en el Mucnicipio de Piedras Tolima, durante las fiestas de San Sebastian, que se celebran cada año allí; uno de los principales atractivos de Piedras es el Rio Opia, donde los visitantes van a bañarse y distfrutar de sus aguas.
Este río, sería también, una de las principales victimas de los planes de Anglo Gold para la extracción del oro en el Tolima. No acabarian solo con el río, sino con una importante actividad economíca de los pobladores de Piedras, como es el turismo
POR NUESTROS RECURSOS, POR NUESTROS CAMPESINOS, POR NUESTRAS TRADICIONES 
FUERA ANGLO GOLD DE COLOMBIA Y DEL PLANETA

Educación Nutricional en las Escuelas


Las escuelas pueden contribuir de forma decisiva a los esfuerzos de los países para lograr la seguridad alimentaria y el bienestar nutricional 
Los niños deben ser considerados como los consumidores adultos de mañana. Las costumbres alimentarias se aprenden temprano, y las escuelas pueden desempeñar un papel importante al promover criterios de selección alimentaria y pautas dietéticas sanas y sostenibles.

El enfoque de la FAO en materia de educación nutricional impartida en las escuelas tiene como propósito crear actitudes y habilidades nutricionales positivas y promover comportamientos alimentarios sanos a lo largo de toda la vida. Las actividades escolares comprenden los huertos escolares, la elaboración de alimentos, las visitas a tiendas de alimentos y mercados, la inocuidad e higiene de los alimentos y la preparación de los alimentos. 
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Tomado de: http://www.fao.org